viernes, 28 de diciembre de 2007

La Puta y la Ballena (Filmografario II)

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Carta Abierta se despide para siempre… del 2007, y les desea lo mejor para el siguiente ciclo anual.
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Abstract: Last week of 2007 year, I tell you about incredible picture: La puta y la ballena (The whore and the whale). More than a picture it’s a life’s message. Some times, some people teach us life’s key. Everybody has its favorite pictures, its favorite teachers, but you need to watch this one.

I couldn’t find soundtrack of this picture so, this week we don’t have music to download.

Be happy and have an Extraordinary New 2008 Year.

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Acá no se va a encontrar la sinopsis de la película, ni siquiera un resumen. La intención de los filmografarios es mostrar la capacidad de impacto de ciertas películas sobre el redactor. Cómo entre guionistas, directores y actores son capaces de “co-fundir”, en ocasiones, nuestros relativamente rígidos, estilos de vida.

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Ficha técnica de la película La puta y la ballena:

Dirección: Luis Puenzo

Países: Argentina y España

Año: 2004

Protagonistas: Aitana Sánchez-Gijón (Vera), Leonardo Sbaraglia (Emilio), Miguel Ángel Solá (Suárez), Mercé Llorens (Lola)

Guión: Luis Puenzo, Lucía Puenzo y Ángeles González Sinde

Música: Andrés Goldstein y Daniel Tarrab

Fotografía: José Luis Alcaine
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“Aunque me cueste admitirlo, la vida nos separó más que la muerte”

Emilio escribió esa frase mientras recordaba a Lola… tenía que ser, no se podría escribir algo así sin evocar a una mujer ¿qué se ama, que se amó? A partir de ese momento uno puede creer de qué va la trama, pero no y sí es verdad. ¿Qué trama de amor no se parece a las que la precedieron o a las que la sucederán? Por otra parte, si uno no siente desde el enamoramiento que está inventando el amor, entonces se trata de otra cosa.

“La mujer es más valiente que el hombre; los hombres sirven para enamorar, hacer cosas artísticas, sacar fotografías, componer un tango o volar un avión, el que se anima… pero cuando de veras hace falta un hombre, hay que llamar a una mujer.”

Suárez, decía Emilio −un hombre de esos a los que les gusta dar cátedra. Tanguero, bandoneonista, cafillo y hotelero. Hay hombres que no conocen el amor desde otra trinchera que no sea el machismo, pero no hablo del macho biológico, sino del cultural. Pero esto no les preocupa porque sólo creen en lo que dicen y hacen. Es una terquedad elegante, un imán que atrae a algunas mujeres como Lola, que parecía que dejaba un destino distinto en cada cama.

Algunos personajes cinematográficos son apasionantes por lo que son, y lo menos que necesitan es que el guionista, el director e incluso el actor, atisbe algún detalle que explique el porqué de su forma de ser. Es como explicar el chiste antes de contarlo, o peor aún, después de haberlo hecho.

“Ésa ya no eras vos, eras una invención mía o de Suárez.”

Cuando le robas la identidad a una persona, la hieres de muerte; más aún cuando ésta no lo nota. Emilio robó y vendió la identidad de Lola a pesar de que la amaba, a sabiendas de que simultáneamente hacía lo propio con la suya.

Lola fue la corista de la compañía española, la amante de Emilio o la puta de Suárez. Un recuerdo, un amor, una pasión, pero no se lo dijeron a tiempo. Hay distintas velocidades para vivir la vida, en algunas de ellas este tipo de preguntas no se hacen.

“Cuando la gente habla del mar, habla de la superficie: −Debes tener cuidado, no te metas muy hondo; de las ballenas ni una palabra.

−Había un pibe que siempre se preguntaba: ¿A dónde van las ballenas cuando se van? (…) Un día dejó de preguntar y se fue a nadar con las ballenas. Allá abajo se ve todo al revés, la superficie es un cristal brillante, las ballenas vuelan.

El pibe se dio cuenta que el mar se ve al revés desde la costa, que del fondo se ve tal cual es. Tuvo un poco de miedo… se acercaron mucho y tuvo miedo... −Un misterio soy yo, pensó el pibe. −Y ahí se avivó que todo es relativo, que es muy poco lo que podemos entender. Así que dejó de preguntarse a dónde van las ballenas y se conformó con esperarlas.

−Y ¿a dónde van?

–Qué sé yo, algo les dice que se tienen que ir… y confían,… un llamado, el mandato de la especie, las migraciones del alma… hay algo que las lleva a destino.

−Hay mi vieja, aunque no lleguemos a saber dónde han estado.”


Ni cinco minutos dura la conversación que tuvo el nieto de Suárez, Ernesto, con una mujer mayor que estaba por morir. La música de fondo, la voz de los actores, la fotografía. La mezcla de dos épocas con setenta años de distancia. Lucimos como las marionetas de la tristeza, la soberbia, la ignorancia, los errores… ¿y los aciertos, la humildad, la felicidad?

Me parece que la felicidad, la de cada uno, es igual que una ballena. Hay que meterse a la vida con ella, nadar juntitos, tocarla, explorarla. Salir a tomar el aire y regresar. Porque puede ser que al otro día que regresemos haya partido, y aunque suelen regresar tal vez nosotros no lo hagamos, quizá ya no seamos los mismos ni ella ni nosotros.

Puede ocurrir lo que le sucedió a la felicidad de Lola y de Vera, que se quedó varada en la playa y uno no sabe el porqué. Y todos quieren que regrese a su lugar: el mar: la vida. Empeñados los hombres la empujaban hacia el océano; otros más, le mojaban la piel de su cuerpo para que no se resecara, para espantar a las gaviotas que la lastimaban. Lola la quería abrazar, meterse dentro de ella, pero fue inútil. La piel de una ballena es tan dura y su longitud tan grande. Es increíble la fuerza de la intención con que los seres humanos queremos ayudar a que la felicidad le suceda a alguien, quizás en el entendido que todos nos sentimos unos infelices y deseamos que a alguien le suceda algo especial y seguir con la esperanza de que un día, tal vez, se trate de nosotros, aunque lo hayamos dejado de creer hace tiempo. Hasta Suárez que fue un ciego hijo de puta para Lola, al escuchar de la ballena encallada, gritó con ¿temor, alegría, ilusión?: −¿¡Cómo es!?

En el párrafo anterior mencioné por primera vez a Vera. Mujer, madre y escritora, que ve cómo su mundo se desmorona ante una fatal noticia de los médicos. Su vida se vuelve un ciclón sin rotación que encuentra algo de pausa en una historia perdida, contada por un fotógrafo argentino asesinado en la guerra civil española. Un fotógrafo (Emilio) que le escribió cartas a Lola, las cuales nunca le envió.


Vera viaja a la Argentina, quiere estar sola, rodeada de gente desconocida que no le recuerde que se va. Dejó su vida en España: su hijo. Del otro lado del mundo se inventa un motivo para sobrevivir.

Ese motivo fue la vida de Lola. Por encargo del editor se fue a la Patagonia a investigar. En su estadía en el sur del continente americano, se opera un tumor; luego, se enamora. Una vieja al borde de la muerte la confunde con una catalana que conoció en los años treinta. Le notifican metástasis. Vuelve a escribir después de varios años. Se entera que una ballena está varada en la playa de Puerto Valdés, e intuye que es la misma que quiso abrazar Lola.

Vera bailó un tango con el pasado y con su muerte.

“En el aire se escuchan las palabras olvidadas; si uno las repite, las cosas vuelven a pasar. Yo escribo, por si eso fuera cierto, las que nunca te dije.”

Uno se pregunta qué es la felicidad, recién lo pregunté en una tertulia. Silencios, reclamos y una respuesta. Pero supe que todos la conocieron, la conocen o lo harán. Lo que pasa con palabras como esa o libertad, es que no tienen un lugar fijo.

“¿Quién sos vos cuando no te miran?”

“Di lo que quieras, pero no pidas perdón”

“No sé cómo eras antes, pero sos hermosa”

Uno va quedándose sin referentes, sin espejos, sin las palabras que nos van definiendo, esas que aprendimos a diario desde niños por nuestros padres, nuestros hermanos, la familia, los amigos. Descubrimos que algo de ello sobrevive cuando alguien nuevo aparece en nuestras vidas y percibe y nos describe como lo hacían los demás hace años, pero también nos descubre algún detalle diferente y así nos enteramos que hemos cambiado.

Las voces de la niñez y la adolescencia desaparecen, dejamos que el anticuario que todos llevamos adentro, las guarde.

La puta y la ballena es una película hermosa, llena de significados y significantes a la espera de que los llenemos. La música, las escenas y las actuaciones me hicieron llorar durante la película. Desde entonces mi ballena está cerca de la costa. No es sensiblería barata, creo que a todos nos ha pasado, pero también sé que todos lo vivimos de manera distinta.

Hacia el final de la película, entendí una cosa más. Un diálogo entre dos de los protagonistas me reveló algo, pero no quiero explicarlo hoy:

“−¿Vas a comprarla?
−Sí
−¿Y vas a leerla?
−Sí
−Entonces, voy a escribirla.”

Hasta hace un par de años quería saber, conocer y entender todo, no veía murallas. Leía y leía, veía en todas direcciones buscando significados y acuñando símbolos. No es que ya no lo haga, pero la intención ha cambiado. Aprendí que lo que necesito es tan pequeño y secreto, que no lo iba a encontrar muy lejos de mí. Ya no me interesa saber el Todo, el Cosmos, la Vida, la Humanidad… qué sé yo. Después de todo: …es muy poco lo que podemos entender, y a cada uno nos corresponde una parte de ello.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Dedicado a Tlacuiloco

GERARDO MARIA AGUILAR TAGLE (TLACUILOCO). Lectores de Carta Abierta. Quiero dedicarle este breve homenaje a uno de mis héroes del rock mexicano que, con Mama-Z, hizo varias delicias musicales que disfrutamos en muchas tertulias fraternales y familiares.

Durante los últimos meses mantuvimos gran contacto blogueril, compartimos el gusto por la inigualable música de los años setentas: el blues, el progresivo, etc.

Mis condolencias para su familia, para Agustín, su gemelo.

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Gerardo-Tlacuiloco es un excelente viñetista, revisen su obra:

http://gerardomaria.blogspot.com/

domingo, 23 de diciembre de 2007

El Anticuario

Gracias al amigo Freddy de La Cofradía por haber diseñado el logo de Carta Abierta, desde hace meses. Un saludo hasta la Argentina.
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CARTA ABIERTA LES DESEA UNA FELIZ NAVIDAD A TODOS, Y UNA AFORTUNADA CRUDA.
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La canción que se escucha de fondo es El anticuario de Real de Catorce; magistral composición de José Cruz Camargo.
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How many times in this year did you go with your own past and future? Have you recognized on the horizon that kind of moments we use to call felicity?

Merry Christmas to everybody and download Calamaro’s album: Alta suciedad, 1997, Argentine: just amazing… enjoy it.
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Este disco es una muestra de que a la potencia se puede arribar desde la suavidad que nos ofrece Calamaro en sus discos. Probablemente el rocanrolero más polémico en los tres quinquenios recientes. Escuchen las rolas Flaca y Todo lo demás. Y, muy importante, el disco está dedicado a la mujer que lee esto y sabe que se lo dedico.

Descargar / Download
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Dedicado a José Cruz Camargo y a Alguien más (…)

FUI AL Eje Central con mi primo Coltrane a comprar unos discos vírgenes y sus cajas. Luego, fuimos a una tienda de antigüedades que para sorpresa de los dos ya no existía.

A él se le hacía tarde; sólo dispone de dos horas para ir comer, mismas que suele utilizar para consumir todo lo relacionado con música.

Con un montón de horas a mi disposición, de esas horas que por su extensión, parecieran haber sido acuñadas en el Equinoccio de septiembre en el Polo sur, lo acompañé al Metro; regresé a donde debiera estar la tienda de antiguedades, sobre las calles de Uruguay. No fue por curiosidad, mis pasos fueron como un eco, ya estaban marcados. Encontré lo mismo, cerrado el sitio, ni siquiera había vestigios de que hubiera sido una tienda de reliquias.


Caminé hasta la calle Donceles, visité las tiendas de libros usados y ausculté una de ellas; me detuve frente a una puerta de madera descuidada que estaba entreabierta. No había nadie a mi alrededor.

Luego llegaron unos tipos que con los ojos recorrían sin interés los cientos de lomos de libros que estaban apilados sobre los anaqueles.

Desperté en una habitación poco iluminada por siete quinqués. creí ver inscrito en el yeso de la pared: La vida suele ser una Felicidad tan maltratada.

–Muchacho, reacciona, estás en la librería.

Yo no he preguntado nada, pensé. Segundos después, esa información tomó sentido. Me dolía la cabeza y realmente no sabía en dónde estaba. “Estás en la librería”, una referencia vaga. Me incorporé y vi que estaba sobre un catre.

–Muchacho, ¿cuál es tu nombre? Te dejaron tirado sin identificación.

Me apee y tenté las bolsas de mis pantalones, ni siquiera los boletos del Metro me dejaron, supe. Se habían llevado mi chamarra y hasta los discos de Sacbé que había guardado en la bolsa interior de aquélla.

–Muchacho, tu nombre.

–Victor Castillo. ¿Usted quién es?

Mientras me extendía su mano y su sonrisa, me dijo –José Camargo, un placer.

Lo saludé echando un vistazo al cuarto donde se desvanecían poco a poco mis dudas. No sabía bien qué pasaba, pero lo intuía. Vi nuevamente los quinqués y unas fotografías color sepia. Él estaba en las fotos con otras personas. La curiosidad me acercó a una de ellas en la cual el Sr. José estaba entregado al estudio (o eso parecía) de un mapa cartográfico que no coincidía con el que aún tengo registrado en mi memoria.

Compases, transportadores y escuadras sobre el gran plano; sobre ellos llamó mi atención una báscula con recodo; ¿qué hacía ahí ese instrumento de masas entre otros de longitudes y grados?

La curiosidad es una de las actitudes que no deben disimularse, y además es inconfundible. Antes que le preguntara algo añadió.

–Es la balanza de Filobao de Tarento, aunque la llaman romana, con la que hace muchos siglos determinó que la tierra es redonda.

Yo no soy geógrafo, pero me sentí estafado con ese comentario. ¿Cómo con una báscula se va a poder determinar la circunferencia terráquea? Me acerqué un poco más y me volví hacia el Sr. Camargo.

–Mira, Muchacho, esta es la balanza.

Me mostró una báscula dorada que tenía la inscripción άνδρες ισημερία.

Hombres de Equinoccio es lo que significa, es la báscula de estos hombres, dijo animoso. –La compré en una tienda de antigüedades que está sobre la calle de Uruguay, dos cuadras antes del Eje Central. El vendedor me comentó que estos tipos solían medir la cercanía entre ellos con este instrumento. Ve tú a saber cómo le hacían, me dijo con una de esas sonrisas que ocultan lo que saben. Mientras me la mostraba pude ver que en la parte interior de su muñeca diestra, tenía tatuados una oruga y un rayo.

–Mira, muchacho, te voy a mostrar mi colección más preciada. Avezado, me tomó del brazo dirigiéndome a otra pieza. –A nadie se los muestro, pero si el azar te trajo hasta acá, ha de ser por algo, ¿no crees? Su mirada insinuaba la revelación de un gran secreto. Francamente no imaginé nada.

Lo que vi fue mágico, hermoso y conmovedor, creo que lo debió haber visto un poeta porque mi pobre vocabulario demerita cualquier descripción que pueda hacer de esos ¿objetos? Era una colección de figuras cristalinas.

Mientras escribo estás palabras en la PC, aún los destellos policromos iluminan las oquedades que hasta ese día mis ojos habían contemplado, las opacidades fugitivas por el baño de esa luz.

–Mira, muchacho, este es un colibrí con sus alas extendidas. A simple vista no tiene chiste, pero observa lo que ocurre si le pongo la luz de la lámpara encima.

Sus alas ilumiraron nuestras caras; sí, no es una equivocación, no las iluminaron las ilumiraron porque fue como si el amor por única vez, se atreviera a mirarnos y a prometernos lo que sólo él puede otorgar: la felicidad.

Luego, proyectó la luz sobre el frente del ave y como un holograma, entre nosotros se proyectó la única valentía que puede ofrecer la inocencia: la verdad.

–Este colibrí es un recuerdo reciente, en realidad todos lo son, míos, tuyos. Éste es el último que acuñé.

–Y ¿¡cómo los elabora!?, pregunté intrigado.

–Con mis manos y mi memoria. Fíjate, colocas tus manos como si fueras a recibir un poco de agua, imaginas un recuerdo, pero lo extiendes, es decir, le agregas sucesos que no existieron, pero que deseaste que ocurrieran y fijas tu mirada, desde el principio, sobre ese recipiente óseo y carnal. En unos instantes aparece una figura... aunque prefiero llamarlos sellos o tatuajes. Claro, que cuando digo instantes, me refiero a segundos aquilatados con la báscula que te mostré.

No le entendía bien, para empezar me seguía llamando muchacho cuando ya le había dicho mi nombre; en segundo lugar, ¿cómo un instrumento de masas podría aquilatar el tiempo o las longitudes?

–¡Mira este otro tatuaje!, alarmado invocaba mi atención. –Es una luciérnaga. El recuerdo que lo forjó fue una esperanza que ya olvidé pero que, supongo, fue muy hermosa por haber producido esto.

Nuevamente, depositó los fotones en esa miniatura. Nuestros cuerpos se iluminaron (ahora sí). Violetas, azules, anaranjados, malvas. Matices que se olvidaron de los huesos, cartílagos, arterias, vísceras, carne y piel que nos hacen ser. Yo me sentí más diminuto que ese increíble ser de ¿cristal? El Sr. José apagó su lámpara. De la luciérnaga emanó una luz que se parece a la del día, pero quemaba.

–¿Qué es todo esto Sr. Camargo, por qué me lo muestra?

–Muchacho, cierra tus ojos y ábrelos. Hazlo sólo una vez, tómate tu tiempo porque lo que te voy a enseñar no tiene parangón con lo que has visto. No sé si recuerdas que la cosa más bella que somos capaces de imaginar, viene antecedida de un orgasmo visual que consiste en concentrar todo tu ser en tus ojos, que se cierran y segregan esto...

Me mostró un par de ojos. Lo curioso es que no los alumbró con la misma lámpara; extrajo del bolsillo de su camisa una linterna con luz verde. Me indicó que esa luz era irreproducible y que en realidad la estábamos imaginándo. La proyectó sobre ese par de ojos.

–Muchacho, siente cómo un dulzor sube desde tus entrañas hasta tu lengua...

Yo aún me siento pobre, miserable, ignorante y arrogante ante la impotencia de poder expresar eso; sólo asentía y me sentía ridículo. Conozco palabras: dulce, suave, frágil,... Nada se acercó a lo que mi cuerpo sintió. Pero fue una rima de sensaciones, un ritmo de emociones.

La fuerza de gravedad desapareció y miles de recuerdos e ideas se desprendieron del suelo y cuales neutrinos, nos atravesaron . La fuerza de la fricción que ejerce el tiempo sobre nuestros corazones, dejó de erosionarlos y empezó a imitar cada sístole y diástole.

Fue el jolgorio de las fiestas del cuerpo, glándulas, papilas, músculos, vísceras, sangre. Todos excitados. Sentí que el cuerpo me temblaba. Había mucho ruido parecido al recuerdo de un claxon a mitad del Periférico. No lograba ubicar de donde provenía. Vi algunas cosas del pasado, de mi pasado; otras escenas no las reconocí, pero tú aparecías.

El Sr. Camargo gritaba, –No todos son recuerdos… hay cosas que aún no has vivido…

La fuerza de gravedad me venció, y de rodillas sentí lo que todo emperador que claudica. La fuerza de la fricción envejeció al Sr. José que con esmero me levantó.

–Falta un sello, una imaginación, un último fragor… Soy incapaz de hacerlo solo; no sé si quiero hacerlo.

Dos jóvenes me levantaron, me sacudieron la chamarra que, según ellos, se había manchado de polvo en el suelo. Los miré indignado, como creyendo que me habían robado algo. Fingí sacudir ¿el polvo? de mi pantalón sólo para cerciorarme que en los bolsillos estaban los boletos del Metro y mi cartera.

La amabilidad, desgraciadamente, se encuentra siempre muy cerca de la desconfianza. Artemio y Jonás me invitaron una torta y un jugo de naranja en el primer restaurante que vimos.

–Te desmayaste mi buen, ¿desde cuándo no te alimentas?

sábado, 15 de diciembre de 2007

Frío

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Ultimo dato: cuando se va el dolor que provoca perder a tu madre, deja un hueco enorme y es cuando realmente se siente esa ausencia adormecida por la dolencia. En las últimas horas he estado escuchando la banda sonora de la película Pide al tiempo que vuelva (Somewhere in time), acaso la favorita de mi madre; es una música tan bella para escucharla en la soledad que dibuja algún mensaje que no llega. El llanto se los deberé.

La foto que ven es la de mi madre bonita. Ella sabe que me he regido por la honestidad a pesar de lo que cueste. Hoy en el día que nací, la recuerdo.

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La canción que se escucha de fondo es Canción de la vida a pesar de todo, de la estupenda y desconocidísima agrupación: La Típica en Leve Ascenso, de mi amada Argentina. En realidad, más que una canción es un poema con fondo musical. Y nuevamente la canción está dedicada a la mujer que lee esto y sabe que se la dedico.
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Abstract: As everybody knows, some times we need a change. I do not mean a huge change but little and precise. A detail such as wait 30 seconds, or vice versa, to take a decision it could imply an amazing turn around us, in each one.

This time, as a gift for you, I have ready up load my favorite songs I listened during this year. If someone knows how to say in English “calidad de la melcocha”, well, this collection it’s like that. Enjoy it right now.
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−DON ATANASIO, aquí está el portafolio, y en este sobre las instrucciones. El hombre los tomó sin mirarlos y enseguida salió de ese lugar.

Se detuvo en la explanada de la estación de autobuses y depositó el portafolio en el suelo; miró de reojo en él, inscritas las iniciales VMCM, en el mero centro de la manija; notó que era de piel negra con impecables seguros de plata.

Abrió el sobre para ver las indicaciones…

“A las 8:00 de la mañana del 15 de diciembre de 1974, entregar la carta adjunta en el consultorio del Dr. Alberto Carrasco, ubicado en la Colonia Doctores, Calle Dr. Olvera No. 99, Código Postal 06720.

El portafolio debe entregarlo antes de las 00:00 horas del 16 de diciembre de 2007 en…”

−¡Estos pendejos!, se les olvidó nuevamente ponerme la dirección del portafolio... ¿Qué creerán que tengo todo en mi poder? La última vez me tarde tres años en la segunda entrega. (Encabronado se retiró de la explanada)

§

−Bueno, ya terminé… me voy a dormir sin más, al carajo la pasta de dientes, al cabo ni cené.

Apagó la luz de su habitación iluminada apenas por la luz lunar, se desvistió de memoria, sólo quería reposar la cabeza sobre la almohada. Como suele ocurrir, al recostarse al sueño perdió, más no el cansancio. Percibió que olvidó cerrar la puerta de su recámara; la primera dibujaba un ángulo de 45 grados contra la segunda. El hueco que permitía esa apertura le hizo notar que la puerta de la casa que da al jardín, también estaba abierta. Pensó en levantarse, sentir el frío suelo en las plantas de sus pies y quizás tropezar con el cable de la lap, llegar a la puerta, observar el jardín recién rasurado por el coletazo otoñal.

No hizo nada, sólo observó las informes sombras de los árboles, animadas por un vientecillo.

Sin transigir, una mancha negra entró a su casa deslizándose por el suelo, más oscura que cualquiera de las sombras. No le dio tiempo de asustarse, éste suele ser producto de una relativa lentitud de los instintos, y los suyos estaban amodorrados entre las sábanas desde hacía horas.

Incluso en esa oscuridad, detectó que la mancha se deslizaba por el suelo de su alcoba. Se le salieron las lágrimas que con parsimonia se deslizaron hacia sus orejas, como si intentaran brindarle un último calor antes de enfriarse. Sintió ganas de llorar pero se aguantó porque sabía que sollozaría como un escolar; pensó que los ojos son el músculo de eso que llamamos alma; todo aquello que los incita y/o excita, que los fuerza a moverse con intensidad, los hace sudar.

Una voz gélida y grave le dijo, −Hola.

Ahora sí estaba atento, y un impulso lo incorporó y sentado sobre su cama viendo en dirección a su escritorio le hizo afirmar con algo de burla, −Esto es un sueño como el del año pasado.

−Hola. No lo encuentro, dámelo de una vez y me voy.

−¿Qué quieres que te dé mi vida, mi alma, mi dinero?, persistía en su acento burlón equivocado a pesar de saberlo.

−El portafolio es para mí, dámelo.

−ja ja ja, ja ja ja… ¿Quién eres, la muerte, la vida enojada, el Sr. Dinero?, ja ja ja. (Las carcajadas, legítimas, en ocasiones impiden elaborar preguntas sobre las que desconocemos totalmente su respuesta)

−Soy el Frío.

Terminó de reírse, se le agotó el buen humor y, por fin, vio la silueta de un hombre sentado sobre la silla. Sintió mucho frío y se cubrió el cuerpo con las colchas. Se quedó mirando la silueta; sintió frescos los lóbulos de las orejas, lo cual le recordó que hacía un par de minutos, había llorado sin saber el porqué; entonces sintió miedo, pero no se asustó, se saltó esta sensación primigenia.

−Estás en lo cierto, esto es un sueño, pero tan real como el cansancio que lo antecedió. No suelo tener estas charlas, por lo regular tomo el portafolio y me voy sin que el propietario lo note. Lo que ocurre es que no lo encuentro.

−¿Y qué haces cuando no lo ubicas por ningún sitio?, le preguntó más con ansia que con angustia.

−Lo que voy a hacer contigo, besar tu corazón y retirarme.

Mientras, él empezaba a readquirir algunas habilidades de la vigilia.

−A ver, espera… ¿de qué portafolio me hablas, eres la muerte o algo así?

Con tono de insinuación el Frío le respondió, −Seguramente has escuchado que alguno dice por ahí: si la maldad fuera persona, sería tal o cual tipo, y cosas similares. Bueno, pues yo soy el Frío. Eso que ustedes llaman cosmos se ha estado enfriando continuamente y ha llegado al punto que es capaz de personificarme.

−Bueno, pero entonces no eres malo, eres un suceso natural, un proceso ineludible.

−Soy el Frío: nada más inhumano que el frío, nada más alejado de la vida que frío. En los dioses, en los demonios, en la guerra y en la esperanza, encuentras vida; en la luz, las matemáticas, en el pasado y el futuro, encuentras humanidad; en la muerte y en el vacío los sigues encontrando. En el frío, jamás. Soy el único recuerdo de lo que denominan Big Bang.

−¿Y el portafolio, ¡qué coños trae ese portafolio que ni he visto!?

§

−¿¡Don Atanasio, otro portafolio devuelto!?

−Pues yo no sé qué les pasa a ustedes, ya van varias veces que no me dan la segunda dirección.

El joven se le quedó mirando con desconfianza y pensaba: −Pinche viejo, si es el dueño de todo esto, el que forja las hojas, elabora la tinta y redacta las cartas; el que confecciona los portafolios y los lacra. Yo soy él en su juventud, hay cosas que aún no aprendo y no puedo responderle. Cómo quiere que sepa de direcciones que voy a escribir hasta que sea él.

−Ni me mires así, me lo llevo de nuevo; ante su incompetencia no me queda más que concluir la tarea yo solo, le espetó no enojado sino encabronado. (Porque si estuviera enojado tendría que agregársele algún adverbio como “muy” o “sumamente”, y no reflejaría los ademanes y muecas que la simple palabra “encabronado”, resume a cabalidad)

§

−Si tú no sabes lo que contiene el portafolio, menos yo; mi negocio es coleccionarlos.

−¡Oye, no me chingues!, pues… ¿¡quién debe dármelo!? (El hecho de que haya respondido encabronado le provocaba la sensación de tener pleno dominio sobre esa onírica realidad. Hay disciplinas que enseñan que ejercer la voluntad dentro de los sueños es señal de tránsito; pero encabronarse adentro me parece una señal aún más verificable de aquél)

−No te exaltes, sólo voy a besar tu corazón para alimentarme, no te vas a morir, ni te va a pasar nada… Bueno, vas a sentir frío el resto de tu vida, pero nada más.

−No, aguántame… ¿Cómo te puedo conseguir un portafolio?

−Te repito que yo los colecciono; no me dedico a buscarlos. (Así como la maldad o la bondad llegan a personificarse cuando alcanzan cierta densidad e intensidad, como el mismo Frío, así esos portafolios extraviados o inubicables cuando son queridos y buscados con ahínco, suelen ser encontrados)

−Y… no voy a permitir que beses mi corazón. Te propongo un trueque que me parece razonable. Tu eres el Frío, pero también tienes algo de humanidad; mejor aún, te nutre la calidad de lo humano, la vida; de otra forma tu intensificación no se reflejaría en un antropomorfismo. Mientras mejor y más viva yo, mayor será el fuego o la sustancia que te alimentará en un porvenir.

−Entonces, vive. (Fue lo último que dijo el Frío antes de desaparecer. Jamás sabremos con exactitud si éste aceptó el trueque o el otro encontró y le dio su portafolio)

sábado, 8 de diciembre de 2007

Comunicaciones

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La canción que se escucha de fondo es Carol de Al Stewart, Modern Times, 1975. Se la dedico a la mujer que lee esto y sabe que se la dedico.
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Abstract: ¿Pantheism? No, it is about you, your feelings. I can’t explain you that your life, lie and high hopes are wrong, because if I do it, may be I would killing my own instincts, those describes the supposition of my acts. ¿Have you have memories of your childhood? ¿What are you doing whit that?
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This week you can download an excellent album Al Stewart's album: Modern Times, 1975
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Modern Times de Al Stewart. Se trata de un disco imprescindible de 1975. Este compositor inició su carrera a mediados de los años sesentas, y es conocido mundialmente por su canción Year of the Cat del álbum homónimo; sin embargo, en Carta Abierta decidimos difundir este material poco conocido para los no seguidores de Stewart.
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Además, como dato, fue producido por Alan Parsons, y muestra una síntesis entre las preferencias de Al: el Folk y el Rock: 100% recomendable.

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EN CUAHUIXTLA, Cuautla, municipio de Morelos, fijó su residencia temporal. Un terreno que perteneció a su familia desde los años cuarentas del siglo pasado. Ahora nadie habita la casa de sus bisabuelos. Entre árboles de mango, luciérnagas y el sonido de un riachuelo, se disponía a pasar una semana alejado de las horas pico, del trabajo. Quería no sentir el tiempo, si es que a éste es posible sentirlo.

Abrió la puerta de madera sin chapas, recordó que sus bisabuelos solían atrancarla con un palo; no había ninguno, pero no era necesario; Cuahuixtla era un lugar bastante tranquilo, si excluimos a las brujas protagonistas de incontables anécdotas que su bisabuelo solía contarle en su infancia, y en definitiva, una puerta atrancada no era obstáculo cabal para las bolas de fuego nocturnas.

Cenó unos sándwiches de jamón con queso manchego y un jugo de naranja. Sin radio, televisión o Internet, decidió recostarse en la vieja cama incómoda tan llena de recuerdos hermosos, mismos que le sirvieron de almohada para conciliar el sueño.

Su cansancio era parte de los últimos estragos de la ciudad que terca se aferra a cada uno de sus amantes-habitantes.

Despertó en una clara mañana y olió el aroma del campo y vio por la ventana sin vidrio ramas de árboles, hojas verdes, el cielo azul, además de sentir la comezón causada por los mosquitos. Colores que contrastaban con las paredes grises de la habitación.

Ahí estaban, aún, los recuerdos de la ciudad, los semáforos, el Periférico, los gritos de la vecina. También, el hotel de paso donde estuvo por última vez con el amor de su vida que no era la mujer de su vida, y mucho menos el primer amor.

Decidió ir al supermercado de Cuautla y surtirse de provisiones para una semana. Al llegar a casa, observó una mañana clara y sintió el aroma del campo y vio ramas de árboles, hojas verdes, el cielo azul. Colores que contrastaban con las paredes grises de la habitación; ya empezaba a sentir lejanos los recuerdos de la ciudad. Le pareció extraño que tan pronto empezara a acostumbrarse a las dilatadas horas del campo que parecen orugas que sin emoción buscan su crisálida.

Decidió escribir y empezó, sin decidirlo, por dibujar puntos, puntitos; luego, pasó a las rayas, rayitas. Se atrevió a combinarlos indiscriminadamente y cuando intuyó cierta coherencia y uniformidad arrancó la hoja, y la tiró por ahí. Minutos después, empezó a dibujar líneas onduladas como eses horizontales; arribó a las líneas paralelas y luego al six sax. Finalmente, antes del anochecer, intuyó que los espacios en blanco entre las figuras elaboradas también representaban algo, no lo sabía con certeza:

−La intuición es tan poderosa que es capaz de dar lógica y explicar los actos más inauditos, pensó.

Por la noche no pudo acoger el sueño con la prontitud de la anterior. En esa oscuridad campirana que nada tiene que ver con la citadina, distinguió el gotear pausado, pero continuo, del grifo que está en la cocina. Se entretuvo contando las gotas de agua que caían. La contabilidad no llegó muy lejos, pues el zumbido del aletear de un zancudo lo distrajo. El zumbido no era tan agudo como al que estaba acostumbrado a escuchar; se imaginó un insecto terrorífico y se cubrió con las sábanas recién compradas en el supermercado.

Al otro día, fue al río a recoger piedras, labor que 25 años atrás su bisabuelo le enseño, sólo por el placer de hacer algo, aunque para un mocoso de de siete años, se trataba de una responsabilidad bien recompensada al ver al bisabuelo ordenar la recolección lítica en forma de almohada y recostado reposar su cabeza sobre un montón de piedras alisadas por una agua que nunca es la misma.

Trató de hacer lo mismo sin fortuna, y fue cuando comprendió, un poquito más, la vida fuera de la ciudad en aquellos años.

Volvió a retomar sus hojas y se dispuso a escribir, pero de su mano sólo emanaron figuras angulares: triángulos, rectángulos, cuadrados, rombos, trapecios, trapezoides, hexágonos. Casi al anochecer llegó a lo que llamamos polígonos por comodidad.

Esa noche se recostó desnudo sobre la cama dispuesto a donarle su sangre a cuanto zancudo lo requiriera. Aquéllos hicieron acto de presencia y él sólo escuchaba los zumbidos; le asustó el plural, pero se mantuvo descubierto. La actitud era nueva para él, siempre con el insecticida o las pastillas de acción prolongada contra mosquitos. Se sintió imprudente, audaz y finalmente estúpido.

Encontró ritmo entre el goteo del grifo y el ir y venir de los zancudos, un ritmo que repentinamente pasó del compás a la sinfonía, debido a que el sonido del río, no percibido con anterioridad, se unió a los otros dos. En algún momento de la oscura madrugada, se durmió.

Por la mañana desayunó y desesperado tomó sus hojas.

Lo primero que dibujó fue un ovoide y luego un círculo; llenó siete planas con círculos y al primero lo olvidó. Por la tarde, empezó a narrar con el lápiz una espiral y se rio y se asustó, porque solemos reírnos de lo que no conocemos y después asustarnos porque entendemos que no lo conocemos. Trazó líneas rectas en el principio y en el final de la única espiral que dibujó, y se sintió satisfecho porque se sintió más seguro, porque entendió algo de la espiral, porque un hombre sin referentes se pierde. Lo que no se preguntó es el motivo por el cual un hombre como él, no es capaz de asir una referencia en ese garabato, ni siquiera pasó por su mente la palabra símbolo.

Ya de noche con comodidad, casi de memoria, inició la liturgia con los zancudos, el grifo y el río, esa sutil sinfonía que le había enseñado, en apenas tres noches, que el tiempo no sólo se cuenta por segundos o minutos, que éstos no son más que una nomenclatura para aquilatar e inteligir el mundo.

−¿El mundo, cuál mundo?

Supo que la sinfonía había transitado a Ópera cuando a aquellos sonidos se les unió el de su respiración. Durmió.

Al otro día se dio cuenta que se le habían acabado las hojas, así que se decidió por trazar en la tierra sus ¿líneas, locuras, ignorancias? ¿Qué es eso que hacemos pensando que estamos en lo correcto y que en algún momento del camino nos damos cuenta que no hay sentido ni razón, y lo callamos?

Se fue a la casa cuando empezaba a oscurecer; de ello se dio cuenta porque empezaron a aparecer las luciérnagas. Se acordó que el día anterior y desde el primero, éstas habían aparecido, pero no les dio mayor importancia.

–Otro reloj de la naturaleza, se alegró.

La tierra húmeda quedó marcada con unas líneas (¿informes?) que a penas alcancé a divisar ya que tú y yo fuimos las gotas de lluvia que borramos una incipiente forma de lenguaje cuidadosamente iluminado con la intermitencia de las luciérnagas.

Para esa noche ya reconocía la “música” nocturna. Fue feliz y se quedó dormido.

Por la mañana empacó sus cosas; dejó lo comprado en el supermercado; se llevó en la mano una piedra del río; en su cuerpo, los piquetes de los zancudos; en su mente, los trazos practicados con el lápiz sobre el papel; en su corazón, la “música” nocturna.

Entendió mejor las letras, las palabras; amó su lenguaje y vocabulario. Se volvió a enamorar de su primer amor, del amor y de la mujer de su vida; intuyó que era posible que en este planeta existiera la mujer que implicara a las tres de manera sintética. Volvió a ser feliz por un attosegundo y cerró la puerta.

Esa noche la Ópera se transformó en algo innombrable.

viernes, 30 de noviembre de 2007

El Conductor

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La canción que se escucha de fondo es You can call me Al, del disco Graceland, 1986, del estupendo compositor Paul Simon. El video es curioso ya que salen bailando Simon y el actor Chevy Chase.
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Abstract: Some times I imagine my life, all around me, and I think everything it’s so weird: faces, circumstances, facts, etc… The end of the world it is an idea, because its end or the end’s idea it’s all about of our own world. Definitively, I don’t understand anything in this world or maybe I refuse it.

This week, you can download Graceland, 1986. An excellent Paul Simon’s album.
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A pesar de que la ONU mandó a la lista negra a Paul Simon por elaborar este disco con músicos sudafricanos, de la incoherencia que ello representó (ya que Apartheid lo fomentaron los hombres en el poder), se trata de una joya que presenta la novedad de mezclar música africana con otra música de raíces africanas, pero occidentalizada como lo es el Rock. Descárguenlo de volada, es un: must have.
Descargar / Download
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SU DEDO índice hizo palanca con el pulgar para disparar el enésimo cigarrillo por la ventana de la locomotora. Ese par de dos ya teñidos de amarillo por la nicotina de los cigarros sin filtro que fuma. Encendió otro con esos dedos como protagonistas, mismos que detentan la consumación del tiempo que se atora en cada cigarro.

Áspero y seco, su rostro, limpio por una especie carbón. En algunas estaciones en las que llegó a parar, conversó con personas centenarias que le enseñaron que mirar niños, rejuvenece; él no había visto niños desde su infancia.

Sus manos duras y frágiles (eso aparentaban) daban la impresión de que se desmoronarían con cualquier leve movimiento; nada de eso ocurría, por el contrario, eran habilidosas, finas y precisas en sus maniobras.

Los años habían hecho de su mirada un taladro que perforaba el horizonte y por ahí pasaba sin dificultades “su tren”. Esa mirada que hace algunas semanas demolió las carcajadas de un grupo de niños que habiendo abordado el tren para seguir jugando, llegaron hasta la cabina cuando él volteó a verlos mientras encendía su cigarrillo.

Él no reparaba en todo ello; además, décadas atrás había olvidado la costumbre de cargar espejos: ¿qué es un espejo? sino el recuerdo de que aquí vivió el tiempo; ¿qué es el tiempo? sino el olvido de que todo es eterno; ¿qué es lo eterno? sino el amotinamiento de la memoria en lo infinito; ¿qué es lo infinito? sino el cadáver exquisito de la intención de llegar a Dios.

El convoy de este tren es tan diverso como los pasajeros que lo habitan.

En el último vagón, una rufla de imbéciles se dedica a inventar el mundo. Hace un par de minutos, el más avezado de ellos apostó, doble contra sencillo, que el tren se movía en proporción directa con las decisiones de los presentes. Cabe agregar que cada uno de ellos (nueve), son los dueños de los vagones; el que apostó es el dueño del vehículo donde se dedican a apostar.

En el quinto vagón, de atrás hacia adelante, hay puros niñitos. Todos están dibujando. Tienen a su disposición acuarelas, lápices, pinceles, hojas… todo lo necesario para expresar lo que quieran, pero ese carro sólo tiene una ventanita del tamaño de sus caras. Desde hace tiempo nadie se asoma por ahí, es muy incómodo ya que la ventanita está justo en la esquina inferior derecha del vagón.

El siguiente vagón es inauditamente transparente. Ahí están los inventores: científicos, escritores, dibujantes, músicos, albureros, bailadores, dibujantes, actores, cantantes, filósofos. Tratan de capturar con ahínco el resumen de las ráfagas de color que a simple vista se perciben del paisaje inmediato, ya que atrapar un instante les parece una labor personal, poco colectiva.

En el carro anterior a la locomotora, están varias personas trabajando. Todas tienen un escritorio a su disposición; no hay sillas, trabajan parados. Llenan sus tinteros con lágrimas y escriben cifras, muchas cifras, números, símbolos matemáticos, abreviaturas con el dedo meñique que previamente se han arrancado. No creo que duerman convencionalmente, no tienen ojos. Todos usan lentes y cuando se los quitan, uno se da cuenta que con éstos van aquéllos.

Nadie conoce el cargamento del resto del convoy, pero se sospecha que están habitados. Se han escuchado gritos, golpes, sollozos, carcajadas y silencios, a partir de los cuales se han elaborado genuinos significados de palabras que aún no existen, pero que muchos ya pronuncian.

Lo curioso de este convoy es que no hay puertas que comuniquen entre uno y otro vagón, lo que nos dice un poco de su constructor, un nómada despreocupado por la permanencia o el sedentarismo; en oposición a sus habitantes obligados a ser “pasajeros”, que de una u otra manera buscan la comunicación permanente de la forma en que la intuyen.

La locomotora es impulsada por dos amantes que hacen el amor infatigablemente. Se alimentan del orgasmo y descansan en el ritmo. De vez en vez, el Conductor los mira sin emoción ni sentimiento, como si viera dos pedazos de carbón incendiándose, sólo lo hace para cerciorarse de que ahí siguen.

El Conductor me mira por la ventana opuesta a donde suele aventar sus cigarrillos. Me habla en una lengua desconocida. Percibo que emite vocablos iguales pero en cada uno de ellos hace muecas distintas o se toca la oreja, la nariz, el abdomen o los labios. Noto que hay coherencia y ritmo, intuyo que no son azarosas las expresiones fonéticas, gesticulares y sus ademanes. Me olvida en un instante.

Mira ese horizonte que taladra y a lo lejos ve un gran dique que pone fin a los raíles. Su rostro no expresa emoción ni evocación alguna; incluso, percibo cierto matiz de alegría o de profecía corroborada, pero es sólo una interpretación, su rostro no deja espacio a las adivinanzas o a las certezas.

El dique está más o menos a unos dos kilómetros de distancia; a la velocidad que avanza el tren es probable que el impacto ocurra en menos de dos minutos. El Conductor sale de la cabina, observa a los amantes, observa y escucha sus estertores, sabe y siente que la velocidad aumentará nuevamente. Regresa a su cabina, enciende otro cigarro que con sus dedos amarillentos coloca entre sus resecos labios e inmutado permanece. Su mirada no taladra el dique, no sé si no pueda o no quiera hacerlo.

El apostador pierde lo doble, los niñitos sin pelear hacen un semicorro frente a la ventanita, los inventores logran entenderse, los trabajadores se miran por vez primera.

El Conductor voltea a verme, han pasado 90 segundos desde que regresó a su cabina.

Hacia el final, me doy cuenta que tú eres ese tren, el conductor, los imbéciles, los niños, los inventores y los amantes. Casi al final, eres las palabras que intentan tener un referente concreto que las dote de significado… que quizás en el impacto lo encuentres.

Por enésima vez tiro mi cigarrillo por la ventana, y mi actitud es tan indolente, tan imprudente.

sábado, 24 de noviembre de 2007

El Amigo Esquivel

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La canción que se escucha de fondo es Round Here, magnífca. Escuchen y entiendan la letra.
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Abstract: This text it’s about nothing, but about everything. It is incoherent, so it’s better that you pretend understand everything and try to explain anything, jeje.
It’s all about my feelings.

Also, you can download CD by Counting Crows: August and everything after, 1993.
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Probablemente se trate del disco que más me gusta del año 1993: August and everything after. Los Counting Crows son una banda sumamente desapercibida fuera de su país, pero en Carta Abierta (CA) los promocionamos porque son una agrupación que sabe hacer las cosas de manera distinta. Es una recomendación de CA tipo: ¡Descárgalo ya!

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SUPONGAMOS QUE tienes el don de adivinar el futuro, no seamos tan ambiciosos, tu futuro. ¿Cómo te darías cuenta de que ese don es el de adivinarlo y no el don de modificarlo de manera involuntaria o inconsciente, si todo el tiempo estás en contacto con el entorno? ¿Cómo saber si estás previendo, pronosticando, o simplemente, moldeando a placer la realidad? El amigo Esquivel me dijo que se lo preguntaría a Don Ananías Hortoneda, especialista en cuestiones ontológicas en correlación con el infinito y la eternidad.

Supongamos que llegas a una tertulia y alguien te pregunta. −¿Oye, tú eres de derecha o de izquierda? Y bueno, podrías responder que te identificas con una u otra corriente. He visto que así empezaron discusiones que terminaron con una pelea verbal o en una borrachera que cualquiera de nosotros la compraríamos. Me gustó la respuesta del amigo Esquivel: Soy tan de izquierda como el de derecha que me pongan a lado.

Para mí, las ilusiones son tan valiosas como las musas. Caigo muy rápido, son mi alimento esencial. El trabajo y la dedicación es otro momento, previo y oscuro, solitario y enajenante. Ninguno se excluye, más bien se complementan. Las ilusiones y las musas son la luz que necesita la oscuridad del trabajo y la dedicación para existir, y viceversa también. Pero El amigo Esquivel no comparte esta aseveración, él cree en una especie de transmigración platónica de las ideas. Éstas son entes con vida que generación tras generación nos van utilizándonos para manifestarse, independientemente de cómo nos llamemos o a quién nos parezcamos, en qué creamos o a quién amemos. Lo único que necesitan es existir y mezclarse entre sí, para al final llegar a su paraíso: la síntesis.

Quedo en existir en otro momento,

te dejo en prenda el viento

que de mis bolsillos extraigo

sin ningún otro acontecimiento.

Quiero saltarme las horas en que mientes,

fingir que en la cuenta no caigo,

no convertirte en un apretón de dientes

y sembrar en tus ojos mis simientes.

Voy a untar el mareo del maguey en tu piel,

a escarbar para extraer la raíz de tu hiel;

luego, caminaré para que me acompañes

y hacer del camino nuestra jaima.

En este momento de sacra inspiración, el amigo Esquivel me interrumpe: −Vamos, Victor... No tienes la más mínima idea de lo que es el ritmo y la rima necesarios para elaborar un poema. Clarito vi que no quisiste terminar la primera línea del tercer cuarteto con la palabra maguey, la bronca en que te ibas a meter para encontrar una palabra que rimara; te iba a sugerir la palabra güey, aunque tiendes a escribirla con “w”.

Vaya amigo Esquivel, que empezó cayéndome bien y eso le bastó para empezar a criticarme. ¿Notaron cómo pasó de la opinión a la sugerencia, y luego a la crítica? ¿Qué hacer con estos tipos que no entienden que la intención es lo que cuenta.

−Eres un perdedor, Victor, qué es eso de que lo que cuenta es la intención… al rato me vas a salir con el dicho: lo que importa es competir, no ganar.

−¿Qué te pasa Esquivel?, le dije incómodo por su intromisión, −el amor no es un deporte, sino un cúmulo de intenciones,…

−No seas cursi, Victor; el amor se declara en vivo y a todo color, pero para hablar de amor, primero tienes que vivir en la mujer a la que quieres, y no vivir en una proyección virtual de una hoja en blanco. Eso es tan ridículo como el hecho de que escribas tu nombre sin acento. –Me miraba con una sonrisa burlona que ya no aguantaba.

Sólo atiné a decir: −Así está escrito mi nombre en el acta de nacimiento.

Han pasado tres horas, desde la última línea que escribí. El amigo Esquivel agarró una peda impresionante, indómita e incólume, intransigente e incoherente, si no, no sería peda. Yo, conversé con mi cronopio y mi fama, y terminé escuchando Jazz.

Mañana se convierte en los últimos 37 días del año. Enrique de Navarra dijo: −París bien vale una misa; yo digo: vivir bien vale… qué…

En eso, se despertó el amigo Esquivel. Declaro que pensé que iba salir con alguna sandez, pero no. Dijo, levantando la mano al más puro estilo de las votaciones legislativas en el Congreso de antaño, y antes de caer abatido por el alcohol: −Paris bien vale un Héctor.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Hombre Pensado por otro Hombre

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La canción que se escucha de fondo es Suddenly, de Hermeto Pascoal, del álbum que pueden descargar en el link de abajo: Boccato di cardinale.
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Abstract: This is a tale, a simple tale I wrote thinking in some gay front his computer. ¿What are words, letters, symbols or understanding codes? ¿How can we explain and understand each one, if we use languages we can’t keep totally? ¿Is that a waste of time or a necessity to fill up it?

Every sounds like a fake and it is so sorrow.

This week, you can download an amazing CD by Hermeto Pascoal, extraordinary jazziest from Brazil: Brazilian Adventure, 1970.
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Este disco es un material casi inconseguible. La primera vez que escuché a Hermeto, fue hace unas semanas, cuando mi tío Ulises trajo un disco de un jazzista desconocido para mí. Me encantó y conseguí este disco, que ahora se los comparto. Disfrútenlo, es una joyita: Hermeto Pascoal, Brazilian Adventure de 1970.
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ME QUEDÉ pensando en la cantidad de palabras agudas, graves, esdrújulas y sobreesdrújulas. ¿Cómo saber el número de cada una de ellas? Pensé inmediatamente que algún programador podría obtener el resultado de manera rápida, si tuviera a la mano la base de datos del vocabulario. Bueno, y eso ¿para qué diablos me serviría? Rápidamente, pensé en la gran cantidad de cosas que aprendemos todos los días, ¿cuántas de ellas, nos son útiles?

Antes de responder esas interrogantes, es menester saber el objetivo de aprender, y antes de esto si lo que nos mueve es una necesidad o un placer.

Por ejemplo, en mi caso, requiero entender y aprender algunas fórmulas matemáticas, y derivado de ello aplicar el conocimiento adquirido para generar un nuevo dato, un nuevo conocimiento, saberlo y que alguien más, si lo lee, entenderá, aprenderá y sabrá.

Desde otra perspectiva, quiero conocer todo lo referente a la Astrofísica; para ello, debo entender la física (mas no necesariamente aprenderla), es decir, no voy a generar un nuevo conocimiento, pero al final, igualmente, sabré lo entendido y conocido.

Me quedé pensando que todo esto es un alegato para evitar pensar en mis problemas. Si uno no encuentra una rápida solución a éstos, automáticamente tendemos a inventarnos problemas que podamos resolver, si no con sencillez, sí con seguridad más tarde que temprano. Y esto lo hacemos para sentirnos bien, eficaces, ¿responsables?, cuando el problema de fondo ahí está, aún.

Quizás, detrás de la decisión de entrar a trabajar antes de titularme, lejos de resolver mis problemas económicos, encerraba un razonamiento más complejo e inconsciente. Me explico, el problema económico persistirá con o sin Título, pero si me titulaba después, lograría amainar en algún momento del futuro, esa preocupación, puesto que aprobar el examen profesional supondría una satisfacción en medio de las presiones económicas. Esto es sólo una hipótesis.

Me quedé pensando en que todo momento es previsible, que no hay suceso que ocurra sin previa enunciación. Claro, en una charla en el transcurso de una cena, uno de los comensales puede decir en un contexto particular y específico: −… terminó por decir toda la verdad y luego se largo de la ciudad...

Días después, mientras uno lee el periódico, se entera de que el primo del vecino, se fue de su casa después de declararle a su mujer que tenía otra familia en Puebla. Uno sorbe su café negro imaginando al tipo, pero luego si se cruzan los hechos, se cae en la cuenta de que el acontecimiento fue previsto.

Suena burdo el ejemplo, pero cuántas cosas similares se nos van por no estar atentos a lo que dicen nuestros interlocutores. Sé que es una tarea ardua y de locos andar cazando de esta manera al futuro, pero no menos aventurado que andar acechándolo en todas las mancias.

Me quedé pensando en los adjetivos que solemos usar y que no tienen un referente concreto: perfecto, feliz, eterno, infinito. O en los sustantivos que tampoco tienen representación concreta: muerte, vacuidad, nada. Luego pensé en las frases: sentido común, opinión pública, mismas que se han vuelto símbolos por su inasibilidad.

¿Cómo hemos llegado a entendernos elaborando lenguajes con palabras que no podemos definir, puesto que ésta supone limitar? ¿Qué magia envuelve a los vocabularios?

Alguna vez, Javier Urrea, excelente profesor de Filosofía en el CCH-Naucalpan, nos preguntó: −¿Por qué hace el ser humano las cosas? Muchas respuestas giraron en torno al “dejar huella, por necesidad, dinero, etcétera”, pero en todos subyació una inconformidad. −Las hace por amor, nos dijo con severidad. Esa palabra que no aparece en los textos de investigación científica, pero que el objetivo, la alude. En este contexto, nadie hace una guerra, es una inconsistencia elaborar una oración a partir de la palabra “guerra” puesto que ésta implica deshacer algo. En todo caso, ¿deshacer es hacer?

−Papá, Papá…, reacciona, wake up, ya está empezando el partido.

−¿Eh?, ah… sí.

¿Qué tanto pensabas que tenías la mirada perdida en el infinito?

Nada, respondió ajeno a la justa deportiva que se disponía a disfrutar.

En realidad, se estaba imaginando a un hombre frente a su computador escribiendo mientras se quedaba pensando.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Tres Palabras… Dos Amanuenses (o el Amor a las Palabras)

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LECTORES, SE LES INVITA A QUE PASEN AL BLOG DE LOS DOS COLTRANES A VOTAR POR LA CANCIÓN DE ROCK EN ESPAÑOL DE SU PREFERENCIA, GRACIAS.
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La canción que se escucha de fondo es Skinny Woman Blues de Peg Leg Sam.
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Abstract: I just want to say that words are more than words, are meanings, interpretations, clues, codes, symbols… Any way, some words are particularly beautiful, not only thinking it but also writing it or pronounce it. Other words break me and bring me her face, and everything it’s so hard, but how Benedetti says: absence use to be marvelous almost your presence. Honestly, that it’s what I say in this kind of situations, jejeje.

This week you can download a Peg Leg Sam's CD: Kickin' It, 1970-72.
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Quiero dedicar este disco a dos amigos expertos en blues Agustín y Osvaldo. Me parece que será de las pocas veces que pueda sorprenderlos ya que de este género sólo conozco lo elemental. Cuando vi la portada supe que me gustaría y en verdad que me pareció un disco de colección, particularmente porque es casi pura armónica y voz y pues uno se acostumbra a escuchar el blues en su versión contemporánea: guitarra predominante, bajo y batería, entre otros instrumentos. Disfruten pues de este disco grabado a principios de los años setentas, Kickin' It.
Es una cortesía del Blog: Lost in Tyme

Descargar 1 / Download 1 y Descargar 2 / Download 2

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Entrada

Es de madrugada, no quiero dejar de escribir, diría Sandra. No puedo, no debo, no tengo que dejar de hacerlo. Escribir es una y muchas cosas, y no es nada si no lo siento, si nadie lo lee. Me tallo los ojos y no por sueño; los tengo irritados, hoy anduve caminando por la calle durante mucho tiempo.

Escribo por amor a las palabras, porque este ejercicio es practicar la memoria: el lenguaje es la forma más pura de la memoria. Escribo para olvidar el olvido donde me guarda con amor la mujer que quiero. Escribo con el corazón, como me enseñó mi madre antes de que me pariera y de que partiera: si lo haces bien o mal eso depende de ti, pero hazlo.

Las palabras hieren o curan; nunca matan, porque su labor es marcarnos.

Tres Palabras

Es 10 de noviembre de 2007, y me doy cuenta de que no he pronunciado y/o escrito casi todas las palabras que suelo ver en el diccionario al hojearlo y atenderlo. En particular, me interesan tres palabras por lo hermosas que son al pronunciarlas y al escribirlas: Heraldo, Yermo y Amanuense. Quiero escribir algo sobre ellas, sin la intención de agotarlas, sin pretensiones, sólo escribirlas, pensarlas y quizás, pronunciarlas y escucharlas.

HERALDO

Lo primero que viene a mi memoria es el nombre de un diario mexicano, que por lo demás, creo que ya está fuera de circulación. Luego, recuerdo con vaguedad la labor del heraldo en la Edad Media. Busco rápidamente en la Wikipedia pistas claras: “Un heraldo era el oficial encargado de hacer ciertas publicaciones relacionadas con los caballeros de armas. Desempeñaban funciones específicas en las ceremonias públicas. Llevaban un traje especial y en cada manga traían estampado el nombre de su provincia o comarca”, elementalmente.

Se me ocurre: Quiero que mi blasón lleve tu sonrisa, por lo menos tus iniciales. Si una de las labores del Heraldo era describir el escudo de armas, quiero que lo hagas con el mío. Mueves mis intenciones y éstas me están llevando, contra pronóstico, lejos de ti (no digo “lejos de vos”, porque “decir lejos de ti”, me suena más personal aunque menos estético).

Te me figuras como un globo en el agua, mientras más me muevo hacia ti más te alejas.


YERMO

“Inhabilitado, despoblado”, en términos generales, dice el diccionario. La palabra es bella y la belleza se encuentra, casi, en donde queramos encontrarla; hay sitios en los cuales por ninguna razón aparece.

¿Qué más puedo decir de una palabra que se extingue al pronunciarla?, que implota por su hermosura o a pesar de ella.

Se me ocurre: en la moda de verbalizar sustantivos y adjetivos, me estás yermando la locura, y de ésta es de donde extraigo mis mejores argucias para entretenerte. El entretenimiento es el mejor señuelo para el amor; o el peor reflejo de la soledad.

AMANUENSE

De las tres palabras que elegí, me parece la más bella, hermosa; ¡no, la más sublime! Pensarla, escribirla y pronunciarla. Imaginar su significado, descubrir que estaba equivocado, y verificar, al fin, que era la “persona que tenía por oficio escribir al dictado, copiar documentos y escritos o pasarlos en limpio, particularmente en la Edad Media.”

Se me ocurre: Seré un Heraldo fugitivo que dejará sus tareas y escapará por las Schwarzwald alemanas, que viajará al sur de tu continente y cruzará tu tálamo Mediterráneo para encauzarlo en el Nilo de aguas dulces. Caminaré por el Yermo territorio, recogeré con mis secas y quebradizas manos un poco de arena para contar el tiempo porque ni el sol ni la luna serán referentes ya. Llegaré hasta la selva frondosa del sur para ser tu Amanuense y escribir la forma en que luchas por lo que quieres, y registrar en mis papiros que también eres mi Amanuense.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Tirso, Waang & Mathessen’s Report

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LECTORES, SE LES INVITA A QUE PASEN AL BLOG DE LOS DOS COLTRANES A VOTAR POR LA CANCIÓN DE ROCK EN ESPAÑOL DE SU PREFERENCIA, GRACIAS.
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La canción que se escucha de fondo es El Rock no tiene la culpa, de Miguel Ríos. El año, 1984. Uno de los mejores discos de esa década.
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Fe de erratas. Agradezco a mi amigo Agustín Aguilar la observación que me hizo semanas atrás, sobre el error en una de las encuestas en la que pregunté qué le había dicho Lennon a Zappa el día que se conocieron, a principios de los setentas. Así que le dijo: "-No eres tan feo como pensaba", y no lo que puse: "-eres más feo de lo que pensaba." La fuente es una biografía de Román García Albertos
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La respuesta correcta a la encuesta anterior es que en el albur el tema es el sexo, y se trata de dominar al otro, de chingarse al contrincante, aludiendo la virilidad. Mientras la alusión sexual sea más sutil, mejor será el albur, pues mayor dificultad para revirar tendrá el oponente.
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La encrucijada (1984) es uno de los mejores discos de Rock que salieron en ese año. En esos momentos, Miguel Ríos era ya un rockero respetado y muy conocido. El boom comercial en México del Rock hecho en países hispanoamericanos aún esta lejos de pensarse, por la actitud de la mayoría de las disqueras.
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Sin embargo, este material es una muestra de que la potencia del Rock como fenómeno cultural, no obedece a idiomas ni banderas, sino que responde a una actitud contestataria ante distintas situaciones de la vida. Descargar / Download
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Abstract: This time narration it’s about the blind persecution of the truth, power and all this kind of idealisms characterized by a lack of concrete references. I mean, ¿are you sure that make decisions over the people or explain with a great skill many concepts, is all about it? Some people use to follow those kind of entelechy and it’s fine, but when they waste and sacrifice the rest of people, something is wrong.

This week you can download an extraordinary CD by Miguel Ríos: La encrucijada, enjoy it.
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MIRABA LA Torre Arcos Bosques por la ventana del estudio de su casa. Estaba impaciente, sabía que de un momento a otro recibiría por correo electrónico el Informe. Caminaba y caminaba sin cesar, mientras fumaba un habano. Dio media vuelta y miró sus libros; su mirada enfocó los siete volúmenes que más lo apasionaban, todos menos uno, del siglo XII; sólo uno de ellos con pasta de piel negra tenía título: Memorias de Pedro el Ermitaño, de 1113. Se acercó y con el índice acarició su lomo. Lo invadió una calma que lo hizo olvidar por unos instantes la espera del Informe.

Miró su escritorio de nogal, cuando en el monitor se dio el aviso de que había llegado un nuevo correo. Lo imprimió. Un total de 25 cuartillas. Las depositó sobre su escritorio y sonrió.

−¡Pero qué les pasa!, ¿por qué le dejan ese nombre?: Columbus Project. Final Report . Ya no estamos en el siglo XIV, carajo, ya nadie nos pisa los talones, ya no hay Felipes en el poder a los cuales provocar; nosotros somos el poder.

Vio en el porta tarjetas su nombre inscrito en una: Aníbal Cannas, y se sintió ajeno al Proyecto. Hojeó el documento, casi adivinaba lo que encontraría y medio leyó con desdén…

"… And only 107 families have financed and read on this project, during the recent four decades …"

"(…) Twenty years ago, this Project suffered a lack of economic resources; then, two European Presidents resolved to take 1.2% of the Gross Domestic Product from all OECD economies, each year, for the Project, adding the payments that the developing countries do to the International Monetary Found and Bank for International Settlements …"
Pensaba, −Primero buscamos y encontramos una verdad oculta, omitida, pero terrenal al final de cuentas. Pero esto se sale de toda proporción humana, ¿dónde te perdimos, Protágoras? Poseer la verdad nos hizo poderosos y terminamos ocultándola. Sabíamos que divulgarla era lo correcto, pero ello no nos daba ninguna ventaja. Una mentira hubiera sido igual de efectiva ante la Iglesia, mas el secreto resultó encerrar una realidad.

Y siempre queremos más, saber, conocer, con tal de mantener el poder. Algunas veces fue necesario inventar, mentir, hasta engañar con tal de proseguir sin saber hacia dónde. Hasta que en los años cuarentas, poco antes de que naciera, descubrimos las aplicaciones electrónico-matemáticas que nos proyectaron exponencialmente al espacio exterior.

Mantuvimos en secreto todo durante unos años, luego el desarrollo tecnológico nos ganó y decidimos retrasar la tecnología convencional, tres décadas en promedio; para 1985 nuestro conocimiento tenía una avanzada de 150 años, sobre el oficial. Cuando pasó lo de Armstrong, ya estábamos explorando los hoyos de gusano.

Con desdén siguió hojeando el documento; no terminó de leerlo porque alguien tocó a la puerta del estudio y prefirió salir a atender, pero dejó expuesta la última hoja.

Regresó un par de horas después, con unos Whiskies encima. Leyó con atención la última cuartilla porque no esperaba lo que estaba redactado.

“It does not matter any thing at all, the extraterrestrial visits must continue. We have corroborated that we are single in the Universe. It is not truth there are other civilizations in the deep space."

"(...) 15 years ago, energies’ spheres have been anchored to the expansion Universe frontier, in all directions. His rhythm has diminished, Universe tends to cool."

"We have to plan the extraterrestrial contact for the next decade. Next days we need to have a meeting at United Nations building, in New York."

−No puede ser, ¿qué locura es esta?, con ademanes de reclamo pensaba Aníbal… ¿Cómo que estamos solos en el Universo? No lo creo, ¿trillones de dólares para enterarnos de que no hay nadie?

Arrojó el documento al cesto de la basura. Sonó el teléfono…

−Aníbal, how are you?

−Dee, I was waiting for your call… did you read it?

−Of course, what do you think?

−Organize the meeting inmediately, it must be near from December 7th. Dee, listen to me, this is important: tell to everybody, at the message, is time the old nobility recover its power, but never again in darkness but everyone learns.

−Ok, Aníbal,… Greetings to Marcia and Camila.

−Carajo, hubiera sido más rápido y barato inventarlo todo, pensó.

sábado, 27 de octubre de 2007

En Cinco Actos

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La canción que se escucha de fondo es Jijiji, de los Redondos. Canción emblemática del grupo con la que solían cerrar sus conciertos.
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La respuesta correcta a la encuesta anterior: El primer Bestiario de que se tiene noticia fue escrito en el siglo II antes de nuestra era; no se conoce su autor y se llama: Physiologus.
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Abstract: One of my favorite tales is El milagro secreto (The secret wonder) by Borges. This narration is related with the last moment of our life, when we think that this moment it was forced by darks and unknown powers. Represents a short essay about unexpected death, and consist in five acts on an inverted sequence.

This week, you can download an amazing concert given by Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, perhaps, the most powerful Rock band in last twenty years on the wide world. Almost a quarter of million souls joined, at River Plate Stadium, on three consecutive nights, it’s not common in this time.
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Este concierto es un ejemplo de lo que llamo potencia en una banda de Rock. No es nada más su sonido en vivo (atención con la lira de Skay), sino el nivel de convocatoria, y de jale con la banda en pleno show, sello característico de los Redondos. La personalidad y discurso abrumadores del Indio Solari, arriba y abajo del escenario, a mi modo de ver, fue trascendental en el éxito que tuvo el grupo, que siempre se manejó al margen de los medios electrónicos e impresos de difusión masiva, exceptuando la promoción de cada nuevo disco, y en conferencias de prensa, nada más.

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Acto 1

−¿CUÁNTO LE debo, joven? Ya es muy tarde, pensó el uno. En realidad era la primera vez que se detenía a comer en esa taquería, pero estar ahí a las tres de la madrugada comiendo tacos al pastor, le pareció más raro, ya que siempre solía comerlos en Los Compadres, cerca de su casa.

Salió de ese lugar y se detuvo en la esquina a esperar un taxi, volteó a la derecha y divisó un Sitio. Caminó por la acera en medio de esa tranquilidad que sólo se encuentra a esas horas, en donde hasta el miedo está dormido y con frío bajo unos periódicos en el baldío que está al lado de cualquier Torre Mayor.

Abordó un taxi y dio la dirección al chofer.

El otro estaba masticando un taco de sesos mientras en su mente debatía entre si realmente no se acordaba por qué estaba ahí comiendo y cómo había llegado, o si en verdad no lo sabía. Ello no le causaba mayor complicación pues sabía perfectamente que no tenía buena memoria y con los años venía a menos. Pero una cosa es tener poca memoria y otra tener lagunas; sin embargo, no llegó a esta formulación porque lo distrajo un joven con una chamarra de los Acereros de Pittsburgh, equipo de su preferencia, cuando éste en voz alta pidió su cuenta.

Acto 2

Dijo el otro impactado –Vamos a detenernos en esa taquería, porque algo pasó y seguimos vivos… El uno, conteniendo su sorpresa sólo asintió con la cabeza; sabía que el conductor lo miraba por el retrovisor. Al uno le daba pavor no recordar el porque estaban vivos. Con la tremenda fuerza sutil y abrigadora que comporta toda intuición, sentía que algo estaba fuera de lugar, quizás ellos dos; no decía nada. El otro. encontró un lugar en donde aparcar el automóvil.

−Oye, no recuerdo bien qué pasó, pero no deberíamos estar vivos.

−Yo tampoco recuerdo casi nada.

Si ocurrió un trueno, lo único que guardaban en sus memorias ya era el resplandor del relámpago.

Se sentaron a platicar, pero de deportes, para nada mencionaron lo que habían experimentado. En un momento, todo lo anterior se les venía como una fantasía, un producto de su ociosidad, una de esas licencias que tiene el cerebro humano. Ordenaron unos tacos y los degustaron.

El uno sintió la leve incomodidad de estar comiendo frente a un extraño, y pretextó una salida al baño; el otro, sentía lo mismo, pero por cortesía no dijo nada. –Ahora regreso.

Acto 3

¿¡No mames cabrón, cómo nos salvamos si salimos volando por el distribuidor!?, dijo el uno casi reclamándole al taxista la distracción por la cual rompieron la valla de protección y habían caído. –No sé, no sé… wey, qué quieres que te diga, no sé. El otro estaba asustado, y se sentía inválido e invadido por ese tipo de culpas de las cuales no somos responsables y aún así nos las apropiamos. Seguía repitiendo: no sé, no sé… como si de memoria tuviera que aprender y creer que no sabía nada de lo ocurrido.

El otro le invitó un cigarro al uno. Iban sobre Avenida División del Norte, pero tardaron en darse cuenta de ello. En esos momentos, barajaban posibles explicaciones a los sucesos recientes. El uno pensaba que a lo mejor una nave extraterrestre los había salvado; el otro, que era ateo, creyó en Dios con la febrilidad del más alto de los evangelistas, incluso se persignó y en silencio recitó el Credo, aunque sólo recordó las primeras palabras… y volvió a persignarse, para sentirse menos culpable. Por un instante, sus teorías se parecieron, el uno pensó temerariamente: al que le toca le toca; el otro, compasivamente: tuvimos buena suerte.

Excitados, y casi contentos, estuvieron de acuerdo en platicar lo sucedido y tratar de encontrar una respuesta lógica a todo eso que les acababa de pasar, antes de que olvidaran los detalles.

Acto 4

No hubo tiempo de nada y antes de que el coche rompiera la valla del distribuidor vial, los segundos perdieron de vista al siguiente minuto; sin embargo, tanto el uno como el otro seguían pensando a la misma velocidad. Al uno se le salieron las lágrimas o eso creyó; pensó en Adriana, en lo que ya no será, pero no imaginó lo que hubiera sido; resolvió mentalmente una serie de derivadas, que tenía pendientes, y que le respondían la velocidad de circulación del dinero en una economía abierta; reconoció todos sus errores y concluyó que algunas de sus decisiones habían tenido que ver con la muerte de algún amigo. El otro quiso tomar su celular y marcarle a su mujer, pero lo único con movimiento era su mente, así que le dijo: te amo con todo mi corazón, cuida a Rocío, mi bombón. También el otro lloraba; los dos pensaban y lloraban, imaginaban su futuro y recordaban su pasado…

El coche profanó la intimidad de lo posible, de lo previsible y rompió la valla de protección y voló cayendo.

Acto 5

−Buenas noches, vamos hacia el metro La Raza,… vámonos por el Circuito, por favor.

−Claro que sí, joven. Oiga, le va a los Acereros verdad?... El uno asintió y con la alegría de encontrar a otro de su estirpe deportiva, señaló –Claro, ¿acaso hay otro equipo? Los dos sonrieron y empezaron a comentar sobre la terrible derrota sufrida por este equipo a manos de los Broncos de Denver. –Carajo, y esos pinches Patriotas que siguen invictos… −No joven, los Potros, no se olvide que son los actuales campeones. –Oiga, y esa chamarra está bien suave, ¿dónde la compró? –No, me la regalaron, pero hay unas muy suaves y originales de doble vista en los Wall Mart.

−Oiga, no le molesta si pongo música… ¿le gusta el Rock?

–Sí, mmm, ¿qué grupos tienes?

−Pues mire, voy a sacar de la gaveta un mp3 de La Barranca; a ver, es que está hasta el fondo, ¿le laten?

−¡Cuidado!

sábado, 20 de octubre de 2007

Del Olvido al no me Acuerdo…

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La canción que se escucha de fondo es Poetic Justice de Buddy Mondlock (1998). Se trata de una canción terrible por lo que cuenta y hermosa por como está escrita.
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La respuesta a la encuesta anterior es: “dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis…” es una tradicional cancióninfantil popular llamada Tengo un Muñeca.
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Abstract: This is the first time that my cousin (Alberto Coltrane Muñoz) collaborates on Carta Abierta. The topic his chose it was Mexican’s assimilation historic of its conquerors, particularly Hernán Cortés as a key figure onto our way of life, and how we tend to base our opinion about Cortés, in a general ignorance, without a stopping to reflect the facts.

This week download a beautiful album by Buddy Mondlock, an American singer almost unknown. This one, Poetic Justice, 1998, is the only CD I could find on the web.
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Este disco, Poetic Justice de Buddy Mondlock es una chulada. De los discos que he escuchado este año, es uno de los que más me gustan, en donde lírica y música están en un alto nivel.
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Recomiendo las canciones: New Jersey sunset, Sarah kills the day, The leaving, Temporary grace, Postcard with wheat field y la favorite que da nombre al disco: Poetic Justice.

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La siguiente es una aportación a Carta Abierta por parte de mi primo y gran amigo, Coltrane Muñoz.
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AHORA QUE recién se acaban de cumplir 515 años del descubrimiento de América y 486 años de la conquista de este territorio por Hernán Cortés y sus soldados, me gustaría abordar un aspecto de la conquista.

Es curioso que cuando uno lee pasajes de la historia patria, a propósito de Hernán Cortés, con lo poco o nada informados que estamos los mexicanos en la materia, nos dispongamos a juzgarlo como el origen de los males y las desgracias que han aquejado al México de todas las épocas.

Lo anterior no se justifica ya que la actuación de Cortés por si misma es ilustrativa, pero hay que hacer mención que los mexicanos no acabamos de comprender el momento histórico en que se produjo la conquista de México, y la mentalidad que tenían los conquistadores; en toda guerra siempre nos han inventado “justificaciones” y “razones prácticas”, para llevarla a cabo. En realidad no existe una justificación de ninguna forma para provocar una agresión de un Estado a otro, sea por las razones que fuere; por ello, al efectuar una guerra o una invasión, no se espera que al pueblo que se quiere conquistar sea tratado bien y/o benévolamente, sólo hay que recordar, a guisa de comentario, las guerras en tiempos medievales, las cruzadas, las guerras del mundo antiguo, romanos, griegos y egipcios, eran invasiones; los pueblos actuales de esos lugares y producto de aquellos tiempos, las han asimilado, las aprecian en su justa medida, en la inteligencia de que al final son parte de su conformación histórica y como dice el escritor José Luis Martínez, “las han digerido”.

De hecho, en América Latina, este fenómeno ha ocurrido con sólo una excepción notable: Hernán Cortés y México; los mexicanos aún no acabamos de comprender en su justa medida al conquistador, no le damos la importancia que es de merito, le echamos la culpa de todos los males de nuestra historia, pero hablamos su idioma; además, lo rebajamos, lo vilipendiamos, lo sobajamos, pero estamos formados por la herencia que nos dejó; decimos que se acostó con cuanta mujer indígena se encontró, pero profesamos la religión que él y sus compañeros (frailes incluidos), nos impusieron como verdadera.

Es curioso mostrar lo comentado por José Luis Martínez en su relato biográfico de Cortés al hacer la comparación con Francisco Pizarro en su conquista del Perú, que fue mucho más sangrienta y más devastadora que la de México, y sin embargo a Pizarro el pueblo peruano lo ha situado en su justa medida y nosotros no podemos, arrastramos ese resquicio ancestral, no lo hemos digerido aun: todavía lo traemos atravesado en nuestra idiosincrasia.

Es como si los alemanes de ahora culparan a todos aquellos gobernantes, reyes y emperadores, y a los romanos, de ser el resultado de los errores de los regímenes de gobierno, invasiones y guerras, pero los alemanes han asimilado a todos y los sitúan en el lugar que debe ser y siguen adelante en el desarrollo de su conciencia histórica.

El día que los mexicanos asimilemos a Hernán Cortés, será una fecha en la cual habremos desarrollado nuestra conciencia histórica para ya no caer en la famosa frase: del olvido al no me acuerdo.