La canción que se escucha de fondo es Polaroid de la locura ordinaria, 1995, de Fito Paez.
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−¿Te has dado cuenta, de verdad…? Pocos lo saben, pero vos no, y no por ignorancia, sino por negación.
−Estamos inclinados a “definirnos” por la negación de “algo”.
−No soy emo ni punketo; no soy darketo ni rokero… soy yo…
−Hay, qué gran verdad…
−Te has puesto a definir tu corriente, ¿si la tienes? Y si no la tienes, ¿te has definido sin negar algo?
−Al definirnos, por lo regular, caemos en discursos hechos. Haré un intento:
−Soy tus ojos, tu nariz, tus manos, tu aliento y tus orejas; ¿qué más quieres?
−Te amo y me defino a través de ti, mi amor…
−Soy yo y nada más, ése que le gusta cantar y tocar y bailar. Soy la esperanza y la espera; la reliquia y el empeño. ¿Ves mi amor qué pobre soy sin ti?
−Mi amor, a ti que eres un rostro indefinido, que te busco de madrugada y al mediodía; sí, tú, la que no quiere asirse a los relámpagos de mi memoria, la que no quiere colarse a la lontananza de mis venas, la que no quiere mostrarse a la luz de una vela con el pabilo moribundo.
−¿Ves qué difícil es ser uno mismo?, y no es falta de autoestima, sino de capacidad.
−La mujer es lo mejor que nos pudo pasar a los hombres. Dejemos a Eva y a Lucy; el Universo es inasible sin ellas que tienen distintos nombres.
−Me voy yendo sin tu consentimiento; sin el mío. Eres el marfil de mi imaginación, la sonrisa opaca en un bar que no visité, el bigote en la barbería del barrio, el suelo de una nube que alguien miró en los ochentas.
−Me voy con la incertidumbre del amor, ¿se puede de otra forma? Me quedo buscando… así, nada más.
−Te amo.
−Estamos inclinados a “definirnos” por la negación de “algo”.
−No soy emo ni punketo; no soy darketo ni rokero… soy yo…
−Hay, qué gran verdad…
−Te has puesto a definir tu corriente, ¿si la tienes? Y si no la tienes, ¿te has definido sin negar algo?
−Al definirnos, por lo regular, caemos en discursos hechos. Haré un intento:
−Soy tus ojos, tu nariz, tus manos, tu aliento y tus orejas; ¿qué más quieres?
−Te amo y me defino a través de ti, mi amor…
−Soy yo y nada más, ése que le gusta cantar y tocar y bailar. Soy la esperanza y la espera; la reliquia y el empeño. ¿Ves mi amor qué pobre soy sin ti?
−Mi amor, a ti que eres un rostro indefinido, que te busco de madrugada y al mediodía; sí, tú, la que no quiere asirse a los relámpagos de mi memoria, la que no quiere colarse a la lontananza de mis venas, la que no quiere mostrarse a la luz de una vela con el pabilo moribundo.
−¿Ves qué difícil es ser uno mismo?, y no es falta de autoestima, sino de capacidad.
−La mujer es lo mejor que nos pudo pasar a los hombres. Dejemos a Eva y a Lucy; el Universo es inasible sin ellas que tienen distintos nombres.
−Me voy yendo sin tu consentimiento; sin el mío. Eres el marfil de mi imaginación, la sonrisa opaca en un bar que no visité, el bigote en la barbería del barrio, el suelo de una nube que alguien miró en los ochentas.
−Me voy con la incertidumbre del amor, ¿se puede de otra forma? Me quedo buscando… así, nada más.
−Te amo.
