viernes, 26 de diciembre de 2014

El Sentido del Extravío: Parte de un Mundo que Desaparece y Aparece

Estoy triste de no escribir, por no saber cómo decir lo que tengo que decir. Todo este cansancio, hartazgo, aburrimiento; toda esta enfermedad son los disfraces de mi tristeza. Mi cuerpo está triste, mi país está triste y con bronca, mi ciudad está triste y enjundiosa, a pesar de los conservadores, jóvenes y viejos, que esperan que el olvido se devore los ímpetus de muchos.

Yo sólo quiero declarar que el extravío me ha cambiado. Perderme adrede, perderme por ignorancia, perderme en serio. Inventarme cada día, todos los días, parecen muchos días, aunque fueran cinco, aunque fueran 35. Les llamo vacaciones, para no enredarme en explicaciones que nadie auditará.

Uno brinca realmente antes de dar el salto sobre ese charco; así, en el amor, cualquier desembarco prevé todas las formas del asalto; así, sólo algunas partículas al ser separadas, seguirán comunicándose y afectándose de la misma manera, aunque las separe todo el universo.

Durante un tiempo fui incapaz de obtener algún reflejo de lo que suponía mi existencia; sólo artificios que apenas expelían una carcajada, una nostalgia, una cogida.

Empiezo a entender que siempre quise irme de acá; hace poco lo hice y estoy de vuelta, pero me quiero regresar allá. Uno puede irse por curiosidad o pasión; por repulsión o por atracción. Uno se va y los motivos o sinrazones escapan como neutrinos en todas direcciones.

"Existe un fenómeno llamado entrelazamiento cuántico‎. Es una de las teorías más extrañas de la mecánica cuántica; Einstein la denominaba acción fantasmal a distancia.

Desde mi afición por la física digo que el entrelazamiento cuántico es más o menos: la propiedad de dos partículas para poder ocupar varios estados al mismo tiempo, una condición llamada superposición. Por ejemplo, ambas partículas (A y B) pueden girar simultáneamente en sentido horario y en sentido opuesto. Sin embargo, ninguna de ellas tiene un estado definido (o estático) hasta que (la partícula A) se mide a alguna (otra X), haciendo que la otra partícula (B) asuma inmediatamente el estado correspondiente a la primera (A). Las correlaciones resultantes entre las partículas se conservan, aunque estén en extremos opuestos del universo." [Basado en el artículo de Jennifer Chu (MIT/T21): http://goo.gl/Kw0bfM. Los paréntesis son deliberados]

¿El entrelazamiento cuántico parece o es poético? Ninguna de las dos cosas. La poesía es un enmarque de la realidad que se basa en la Duda como mecanismo para obtener certezas y verdades, y la Sorpresa como medio para comunicarlas.

Comunicar con las palabras es la más leve, sutil e ingrávida forma del amor. Es el túnel cuántico que supone una separación; ésta, que supone un entrelazamiento; éste, que supone el amor en su forma más pura y grave.

¿Alguna vez me extrañaste o me quisiste o me odiaste con tal intensidad que, quizás, esto que me pasa también te está pasando a ti, como ese efecto fantasmal del que hablaba Einstein al describir el comportamiento de algunas partículas que están tan lejos una de otra?

Nuestro amor fue como los trayectos de la casa al trabajo y viceversa. Nadie lo conoce, sólo suponen el viaje porque estamos ahí. Dicho de otra manera: la forma que elegimos para tratarnos procura seguridad, mantenernos a salvo; nos tornamos indiferentes y desdeñosos con tal de no mostrar rastro alguno de la debilidad que en el pasado nos doblegó; sin embargo, cada vez que nuestras miradas se encuentran sin que nadie nos mire, nos acordamos de aquellas mentiras que nos susurrábamos al oído y de los besos que lubricaban su paso hacia nuestros sexos.

Sí, fue como los trayectos de la casa al trabajo y viceversa, porque para todos es un hecho que uno tuvo que haber viajado de un lugar a otro; nadie puede concebir que el viaje es como el entrelazamiento cuántico que conecta dos espacios, pero más importante: nos libera de la fuerza de gravedad; entonces, el trayecto es el que debería fundamentar nuestro comportamiento en los espacios A y B, espacios donde la fuerza de gravedad nos doblega y moldea nuestros comportamientos.

Todo mundo se fija en la amargura o candidez que transmitimos; todo mundo sabe que pueden ser un efecto de lo que está pasando en otro lugar y, tal vez, en otro tiempo. La variable de la memoria y sus permutaciones no está prevista en esa parte de la teoría de la mecánica cuántica.

Yo sólo quiero declarar que todavía no regreso de Sudamérica. Es posible que tenga que regresar allá indefinidamente porque lo que quiero sólo puedo tenerlo allá. Otra posibilidad es que pronto o tarde, mis pensamientos se asienten nuevamente en la Ciudad de México, y retome mi ritmo y vida. Es posible, también, que todo esto sea una dilatada negligencia ante un cambio que ya ocurrió y que todos los días, desde mi regreso, me he estado negando a operar.

Elegir experimentar el sentido del extravío fue, por principio de cuentas, renunciar a todo y a nada. Fue querer a mis amigos tanto y, sin embargo, poder optar por irme a vivir a otro país sin la necesidad de despedirme y con la posibilidad de jamás volver a saber de ellos.

En el extravío, como en la mecánica cuántica, aparecen y desaparecen cosas. Al amparo de un campo eléctrico, se pueden capturar partículas por pares, mismas que están entrelazadas. Al amparo del extravío, los anhelos se van sucediendo y uno tiene la oportunidad de elegir el que le plazca.

Sentir el extravío permite olvidarse de elegir, de usar el libre albedrío. Esa es una vereda directa a la torpeza, cuando no, a la pérdida de identidad, porque en un mundo donde las personas están cada vez mejor informadas y son más competitivas, no sólo las racionalidades y sus herramientas se diversifican, sino que la aspiración suele confundirse fácilmente y a veces deliberadamente con la ambición, cuya sutil frontera radica en la probabilidad de realizar con éxito lo que se desea.

Sentir el extravío deja ver con claridad los amores imposibles, las cobardías infinitas. Fuera del psicoanálisis y la calle, la cobardía es, a veces, la casa abandonada de algunas gallardías incorruptibles. Sin afán de hacer una apología, únicamente diré que no es la forma más vil de defender la vida.

Siempre hay un amor imposible. Un rostro al que cada vez que vemos o recordamos nos pregunta: ¿por qué no pasó?, y uno entercado guarda silencio y no piensa nada, porque de hacerlo uno se encuentra.

Siempre hay una cobardía; aceptarla y entenderla no le quita su estatus; incluso lo acentúa. La cobardía no siempre es dejar de hacer o de decir. Hay cobardías que sostienen sendos actos admirables; talentos inconfesables. Sin afán de hacer una condena, diré que hay vidas enteras dedicadas a esconder una pequeña cobardía.

Yo sólo quiero declarar que en el extravío me estoy encontrando. Haber tenido la oportunidad de perderme fue la mejor elección.

Yo sólo quiero declarar que el extravío es un medio pedagógico que para mí tiene un sentido claro: entender para disfrutar lo que reste por vivir.

domingo, 1 de junio de 2014

La Invención de Romina o Ensayo de un Corazón



¡Cuando las cosas ya no dependen de la voluntad, se ha logrado un corazón!

Si me lo preguntaran, diría ritmo. Todos los adjetivos o adverbios que lo califican y todas las disciplinas que lo estudian, sucumben ante su característica esencial: ritmo.

Si me lo preguntaran, diría primal. Esa pulsión de vida encerrada en carne todo el tiempo, no podría ser capturada por el lenguaje o los sentidos de la experiencia, incapaces de aprehender lo primal.

El corazón adquiere o se adhiere a las formas y tamaños que le permiten los cuerpos o espacios donde late; no hay dos iguales, aunque alguna de las licencias del lenguaje nos permita decir “el corazón de...” refiriéndonos a 7 mil millones de ellos.

Para ser corazón, basta con que algo empiece a latir y sea primal; es como empezar a querer a alguien que se acaba de conocer, sólo porque ves y te enteras que ha abandonado todo para encontrar y ejercer su pasión; es como dejar de querer por el cansancio que produce relacionarse con alguien que todo el tiempo duda de ti; ese maldito cansancio que surge cuando el convencimiento es meta y no punto de partida.

Cada corazón tiene sus prisas y sus ganas, sensaciones que se parecen tanto que llegan a confundirse, así como perseverancia con terquedad. La prisa tiene que ver con el cumplimiento y el compromiso; las ganas, con tu cara y tu cuerpo.

Todo corazón comporta un suspenso y un misterio. Cada corazón tiene su drama porque si no, no sería tal. Romina es el suspenso que entrañan las cuerdas de la guitarra donde suena Los libros de la buena memoria: casi tango, casi jazz, casi blues, casi rock... Un lamento que no llega a dolor, pero sí encuentra su calma. Romina es el misterio que no solucionan ni su café ni mis palabras, puesto que mis gajos de piel y sus fuentes de miel, habrán de ser quienes demuestren que el Big Bang no fue producto del azar, sino un síntoma de la inevitabilidad. El drama es obvio.

¡Cuando las cosas ya no dependen de la voluntad, se ha logrado un corazón!

Nunca me había detenido a pensar en el café, sólo recuerdo un relato en el que se sugiere a la gente ser como el café, porque en cualquier condición mantiene su naturaleza dura e impregna a lo y los demás; no lo transcribiré.

Me apasionan sus uñas manchadas de café; me gusta que huelan a café, un aroma que aún no alcanza a ser apuesta, pero tampoco deuda. El misterio de sus manos que trabajan esos granos, empieza a latir por sí solo; es inminente su metamorfosis.

¡Cuando las cosas ya no dependen de la voluntad, se ha logrado un corazón!

Empezar y dejar de querer también es un corazón. Una de las leyes más bellas de la física, que tiene que ver con el movimiento, sostiene que a toda acción corresponde una reacción de igual magnitud, pero en sentido contrario.

Dejar de quererla sería una forma de escriturar todo lo que no pudo ver, escuchar ni tocar. Hablo de cosas que le atañían, ninguna de ellas de mí provenían. Sólo fui testigo de cómo a la mujer más bonita que he sentido, se le ocurrió todo eso en una tarde dominical que se va perdiendo.

Perder, olvidar o dejar ir es necesario; hay encuentros que es mejor convertirlos en secretos porque en silencio y sin paradero, algunos recuerdos adquieren belleza y pueden permanecer así para siempre.

¡Cuando las cosas ya no dependen de la voluntad, se ha logrado un corazón!

sábado, 22 de marzo de 2014

Historia del Viento y Los Amantes




Para Mariana


...Estoy aquí porque quiero encontrar a todas las mujeres en ti: la que con violencia me avienta su sexualidad, la que sin motivo me deja de hablar por días, la que con ternura acaricia mi espalda con sus uñas largas y la que va a buscarme cuando la ignoro. Estoy acá porque he visto, de lejos, a la que es dulce, apasionada y constante...

Acabo de despertar, sigo acostado en mi cama; quedaste en venir y me quedé dormido esperándote. Estoy tratando de no olvidar el sueño que tuve, uno de esos que tienen trama y final. En él eran esenciales las sonrisas, no recuerdo el motivo, pero eran indispensables.

El sueño era sobre dos amantes que tenían que sostener, su mundo: un monumento de secretos y luces, y la única manera de hacerlo era besándose o sonriendo cara a cara. El monumento era una alta construcción con cristales de cuarzo, que con la luz nocturna proyectaban códigos, signos y claves inextricables para los desentendidos. La primera vez que los vi estaban besándose bajo esa estela de luces.

...No era el calor de tu aliento, sino su repetición; no eran los chasquidos de nuestros labios, sino su sincronía. Los besos son el alfabeto de las lenguas y los labios; los movimientos son palabras y baile...

...Nuestros besos son cúmulos de suspiros, ojos cerrados, largas distancias de piel y humedad; un acto de desaparición del mundo y hasta de esa estela de cuarzo...

Alguien dijo que si dos amantes se dejan besar, serán capaces de sostener ese monumento de secretos anunciados con luces de cuarzo; otro más, que dos amantes que dejan de besarse, le robarán el alma a su mundo.

Me incorporé, pero al hacerlo sentí que había olvidado otra cosa importante de mi sueño; no sabía si se trataba de imágenes o parte de su trama; el final, sin embargo, no se me olvidaba.

Las sonrisas, claro. Luego de levantarme, recordé que las sonrisas eran fundamentales porque mientras los amantes no están juntos, sólo esa conexión puede sostener la emisión de secretos en los cuarzos iluminados.

...Tú y yo mirándonos; de lejos se escucha el inicio de una pieza musical en piano; las primeras notas van dibujando una sonrisa con amagues de eternidad. La música de Federico Jusid o Dany Elfman, da igual, van tirando las comisuras de nuestros labios hacia arriba; nota por nota, nuestros rostros van evolucionando con satisfacción, hasta que sonreímos y la tuya sostiene la mía y viceversa, también...

De pronto no recuerdo nada del sueño. Me desespero y empiezo a dar vueltas por la casa. Tomo cuaderno y pluma; escribo hasta el mismo punto: la importancia de las sonrisas.

Me pongo a ver una película para distraerme.

Hacia el anochecer, mientras miro comerciales en el televisor, viene a mi memoria la siguiente parte del sueño.

Una ráfaga de viento separó a los amantes. Un hombre tempestivo apareció caminando bajo la Estela de Luz. Con tranquilidad y elegancia pasó junto a ella, pero no se detuvo ni a verla; se acercó a él y susurrándole a la oreja, dijo: me la voy a llevar para siempre y no vas a hacer nada. Luego, se dio media vuelta y a ella le dijo: no confías en él, qué haces ahí, vente conmigo, te espero.

El hombre tempestivo se fue caminando con parsimonia. Los amantes se miraron, pero ya no sonrieron. En los ojos de ella surgió la desconfianza; en los de él, el temor.

En realidad no sé a quién se llevó primero el hombre tempestivo, pero el miedo es un atajo a la lejanía; nunca se está más lejos de una persona que cuando se tiene miedo a perderla, porque todo intento por retenerla o recuperarla no es más que una negación; jamás una afirmación, un impulso, una proposición.

Ella dudó, no supo qué hacer. A lo lejos se escuchaban, aún, los pasos del hombre tempestivo que se perdía tras la Estela de Luz. Sintió que si no lo alcanzaba, se quedaría sola, y lo siguió.

Una vez que desaparecieron, el hombre tempestivo se convirtió en lo que es en realidad: el viento; la tomó y se la llevó. Volaron mientras el viento le contaba.

...Siempre te equivocarás porque desconfías de los demás; no es que debas confiar en todos; el mundo está lleno de canallas e incógnitas, y tú no eres adivina. La confianza es una decisión que tiene que ver más con el futuro que con el pasado. No confiamos para permanecer a salvo, sino para poder arriesgarnos...

...Tú no confías ni en ti misma y esa desconfianza la proyectas en quien se acerca a tu feminidad y lo alejas, como recién hiciste con tu amante. Esa desconfianza te hace insegura y esa inconstancia más que algo anecdótico es algo siniestro. Prefieres estar a salvo, porque arriesgarte supone cambiar y quizás ser feliz...

...Ahora estás arrepentida; quieres que te suelte y regresar a los labios de tu amante, pero no es tan fácil. Esto no es un taller de aprendizaje, es una maldición. Estás rota; ahora eres mía, eres parte del viento que te alejará y acercara eternamente de tu amante y la torre de secretos y luz que sostenían, pero el viento jamás te dejará regresar...

Todas las tardes él iba a esperarla cerca de la Estela de Luz, donde solían besarse, pero ese empeño más que algo gallardo, era muestra una pasividad que rayaba en el conformismo.

Los cuarzos se fueron apagando, dejaron de emitirse secretos para el mundo de los amantes. Había gente alrededor. Por alguna razón, todos sabían que la única manera de mantener al monumento de pie, era mirándolo; todo el tiempo tenía que haber al menos una persona mirando la Estela de Luz. Hay quienes dicen que el testimonio es un recurso de la vida por la vida; dejar constancia de que algo está inconcluso y encontrar en ese acto, la belleza que comporta la esperanza.

Fueron más de 100 mil personas las que concurrieron a mirar, de día y de noche, esa Estela de Luz sin luz, para sostenerla con sus miradas, y para darle tiempo al amante de cambiar, de que descubriera que tenía que volar para recuperar a su amante; reunir todas sus partes que habían sido separadas por el viento.

¿El final? Nunca hay finales cuando de amantes se trata. Recuerdo cómo termina mi sueño, lo cual no quiere decir que finalice la historia de esos amantes inéditos. Lo recuerdo porque la verdadera historia de los amantes comienza después de su primera separación, porque al extrañarse les tiembla la existencia, la rabia y la ternura que anidan en sus sexos y la posibilidad de que nunca más haya sonrisas y besos.