jueves, 21 de marzo de 2013

La Noche de Marcia Clayton

−Espera un momento, alguien llama a la puerta.

−¡Venga, tía, felicidades, ¿cómo estás?! –una pareja saludó efusivamente a Marcia.

−Cité a las nueve; ¿qué hora son estas de llegar?

Cuando la mujer cruzó el umbral de la puerta, pisó mal y se torció el pie derecho. Su esposo la alcanzó a tomar del brazo y evitó que cayera. Entre Marcia y él la cargaron y llevaron a un sillón –Te traigo un analgésico, espera–.

–¿Dónde está Andrés? –preguntó Marcia, mientras le daba la pastilla y un vaso con agua.

–Fue a servirnos algo de tomar… Vamos a terminar –le confió–, no está funcionando lo nuestro –la mujer hablaba y sobaba su hinchado pie, como si no le importara ninguna de las dos cosas.

–¿No hay nada qué hacer? –preguntó Marcia esperando la respuesta más con angustia que con interés –No lo creo… luego platicamos; ahí viene.

Marcia lo miró a los ojos e inmediatamente se alejó −Esperen, regreso en un momento, voy un rato con Pablo, está muy solitario en el balcón –dijo la anfitriona, yéndose.

La ruptura rara vez viene en par; uno de los dos abrirá el tema; el otro, por cobardía u orgullo no peleará, o lo hará con enfado, más con despecho que con tino.

Aquella será la última noche que salgan juntos; en el transcurso de la velada, verificarán que no se aman más; podrán salvar una amistad para el porvenir, porque a punto de separarse, volverán a sentir con furtividad, el vértigo de la soltería nocturna; percibirán con claridad el coqueteo, acaso ejecutarán algún flirteo.

§

−¡¿Pablo, por qué tan aislado de la fiesta?¡ –Marcia sonreía mientras le ofrecía un bocadillo y un tequila −¿Cómo estás?

−Cansado de ser feliz –dijo irónico, antes de vaciar su caballito−. Marcia notó que el dorso de la mano diestra de Pablo estaba raspado.

−¿Cómo va el negocio?; escuché que cada vez más complicado.

−Ya no es tan fácil como antes. Tampoco es que haya aumentado la competencia respecto al café. Tú sabes de economía, te acaban de dar el CEO de HSBC. La gente cree que esta guerra es para reducir el mercado, ¡jamás! El consumo de todos los tipos de café ha crecido desde que estoy en esto, 30 años; aún con los decomisos el precio no se ha disparado porque el crecimiento de la producción también ha aumentado; hay lugar para todos. Es una guerra por el control y la administración de estos productos. Ellos quieren controlar las rutas y la distribución; son un cártel legalizado. Es una depuración, Marcia… ésa es la verdad –umbrío pronunció esas últimas palabras.

−¿Qué te pasó en la mano? –ella cambió el tema.

−Al entrar en tu casa me tropecé y me raspé con el delicado tirol de tus paredes –le mostró su sonrisa torcida.

No se volverán a ver. A él lo matarán en las próximas horas. Podrá escapar y vivir tranquilamente con otro nombre y rostro, pero no conoce otra forma de vivir. Nunca tuvo que escapar de nada, siempre consiguió lo que quiso. No tendrá funeral y nadie de su empresa lo sustituirá. En algunos medios de comunicación hablarán de él, pero sin precisión; no divulgarán su verdadero nombre, porque sólo su familia lo conoce.

Hablaron unos minutos más, él recibió una llamada y salió; apenas se despidieron con la mirada.

§

−Como siempre, soy el primero en llegar y al último que atiendes.

−No te quejes, si sabes que eres mi preferido –Marcia sonrió y sobre la barra dejó un plato con caviar y una botella de champagne –Mira, es un Comtes de Champagne, un Taittinger, tu predilecto, Sergio.

–Sí me quejo… –servía el champagne; hablaba de memoria y le coqueteaba con los ojos. Cada vez que veía a Marcia hacía lo mismo–. Sólo quieres mis palabras, mis libros autografiados, mis relatos eróticos exclusivos para ti…

–Las palabras de ninguno me humedecen como las tuyas; eres genial y los sabes –atajó Marcia con automaticidad, sin frescura, con una sinceridad que a fuerza de repetirse ya no parece tal; un juego que tenían desde hacía tiempo.

–¿Y ahora con qué dilema argumentativo o acertijo me vas a impresionar, querido? Salud –brindaron, chocaron sus copas y se miraron con una de esas coqueterías que jamás los han llevado a la cama, sino a la ansiedad de uno y al tedio de la otra.

–Sólo te voy a contar la trama de una novela que estoy escribiendo; los pormenores no los tengo definidos.

Marcia se sentó en el banco y disfrutó el último trago de su copa; con un gesto evitó que Sergio se la llenara y ella misma se sirvió.

–¿Qué te pasó en la ceja? –le dijo levantando la ceja.

Sergio hizo caso omiso a la pregunta y empezó a hablar sobre su libro con aspavientos y gesticulaciones teatrales.

–La privacidad es un valor y las casas, las viviendas, están diseñadas para fomentarla. El cuarto de los padres, el de los hermanos, etcétera. Pero aquélla acarrea individualismo, lo que conduce al secreto y, finalmente, al engaño. No termina ahí porque hay secuelas sociales. Esas casas construidas así, condicionan al núcleo de la sociedad: la familia. Esta constitución de los hogares, en un contexto capitalista, está detrás de la falta de solidaridad y participación ciudadana en los pueblos.

–Suena muy interesante, pero tiene un problema –dijo ella mirándolo a los ojos con frialdad; él se quedó estupefacto, aunque lo disimuló –¿Cuál es el error en mi trama?, preguntó disimulando su alarma.

–No dije que tuviera un error, sino un problema, si lo piensas son dos cosas distintas –apuntó ella con sagacidad y una sonrisa juguetona.

–Me pegué con la mirilla de la puerta –apresuró su respuesta–. Tocaron, fui a abrir y por la mirilla quise ver quién era, pero estaba abierta y me pegaron.

Le irritaba la idea de que una mujer sin cultura literaria, pudiera ser más inteligente que él. Lo molestaba el rechazo sexual de Marcia; estando con ella se sentía castrado, pero desde hacía mucho lo había sublimado mediante una serie de juegos intelectuales, que al cabo de los años les resultaban aburridos y únicamente los usaban para iniciar o terminar charlas.

−Espera un momento, alguien llama a la puerta; Sergio la miró alejarse mientras agotaba el champagne de su copa y calibró su mirada sobre las nalgas de Marcia.

No se verán más. Sergio, al siguiente día, conocerá a una mujer con la que domeñará todas las pasiones que Marcia le aviva y marchita. Sus libros seguirán siendo interesantes, pero no volverán a proyectar fuerza, porque ésta era motivada por una compleja forma de cortejo hacia ella. Con el tiempo desarrollará una extraña afección sexual a las negativas de su mujer; probablemente ello derivará en una tendencia hacia el abuso sexual conyugal.

§

Paulatinamente se fue vaciando el departamento; botellas vacías, ceniceros llenos a las tres de la madrugada. En su habitación, frente al espejo, Marcia sintió que esa fue su noche y sonrió. Volteó a ver el teléfono.

–Hola Andrés, sólo quería escucharte. Te amo.

–Acabo de hablar con ella; ya terminamos. Estoy empacando, pero me voy a un hotel. No fue sencillo.

–Lo sé. No son fáciles ninguno de los pasos que empezamos a dar hoy. Pablo no verá más la luz del día, tú no volverás a despertar con tu mujer y a partir del lunes estaré a cargo de la limpieza.

No hay comentarios.: