Abstract: This reflection it’s about unemployment since a personal point of view. Forgetting the numbers and index. It’s a fact the lack of employ have a lot implications in our lives, but almost never we think that this phenomena like a structural capitalism problem, even we internalise it and we look it like our own problem, and we feel us incompetents.
Otherwise, we propose an international labor agenda that observe the reduction of workable hours; that it’s a titanic objective too, but is more human, because we are losing the capacity of enjoying the little personal instants that make us humans been. We need to find the equilibrium, the equation, between salary and personal time, it allows us living with dignity.
Otherwise, we propose an international labor agenda that observe the reduction of workable hours; that it’s a titanic objective too, but is more human, because we are losing the capacity of enjoying the little personal instants that make us humans been. We need to find the equilibrium, the equation, between salary and personal time, it allows us living with dignity.
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Introducción Innecesaria
En el link de arriba se puede descargar una selección de diez canciones en donde las letras versan alrededor del desempleo. Canciones como Algo Personal de Serrat, Sr. Cobranza de la Bersuit, Mala inversión de Real de Catorce, Este Barrio con Baglietto, Ocio y Negocio de Danza Invisible, Treintañeros de C. Arellano, entre otras.
No es motivo de este texto profundizar sobre los indicadores del desempleo y su mala calidad remunerativa que en promedio impera en el país, así como en el resto de América Latina; la intención es otra, es vindicar algunos aspectos humanos relacionados con este fenómeno socioeconómico.
Es menester acotar que en este escrito por desempleo se entiende la falta de actividad remunerativa. Para las actividades no remunerativas, prefiero la palabra “quehacer”, ya que está más alejada de lo pecuniario y toda su parafernalia.
Empleando el Desempleo
Uno se encuentra desempleado, pero con la expectativa de que pronto se va a encontrar alguna chamba o laburo. Pasan los días, pero en ellos nada de lo que esperamos. Más temprano que tarde, la expectativa se torna esperanza cuando no en utopía, ya no digo quimera.
En ese transcurso, uno se hace preguntas, en mi caso, muchas preguntas que lo mismo me las hago cuando trabajo que cuando no. Una de estas preguntas es: ¿si hay tanto dinero en el mundo por qué tanta bronca? Seamos honestos, las economías generan mucho dinero, hasta las tercermundistas, pero está desigualmente distribuido. Y no es cuestión de ser buenos o malos negociantes, sólo hay que leer historia, confirmar el capítulo XII de El Capital, ver la evolución de los países colonizadores y los colonizados; o para no vernos tan rojillos, averiguar cómo virtudes y defectos propios de la cultura occidental como la omisión, la corrupción, la ambición o la negligencia, entre otros estructurados de cierta forma bajo el capitalismo, son capaces de exponenciar lo peor para la mayoría de los seres humanos.
Poco a poco, nos cansamos de respondernos a nosotros mismos, hasta el punto de convertirnos en unos profesionales del cansancio, diría J. J. Arreola.
Luego de unos días, empezamos a advertir el deterioro, que la gravedad horizontal subieliana existe, que el grifo tiene gotera, que a la televisión le hace falta un regulador de energía, que no hemos leído el libro que compramos para el verano pasado, que a la Iglesia ya le han dado una mano de pintura, que el vecino ya tiene canas y casi se queda sin pelo, que tenemos dos cicatrices más en la mano y el corazón, que la foto de una ex novia ya no nos hace sonreír.
Todo ello me hace pensar que dentro de la agenda laboral del capitalismo (si es que existe), tendríamos que incluir la reducción de horas laborables. Si los incrementos salariales decentes en economías como las latinoamericanas están vedados por los fundamentos macroeconómicos (la inflación, particularmente), deberíamos pugnar por la reducción de horas mal llamadas hábiles. El reto es igual de titánico, pero el objetivo es más humano. Dejamos pasar muchos detalles todos los días, nos hemos dejado acorralar y nos preocupa, justificadamente, algo que no podemos controlar.
La bronca con el tipo de empleos que predominan son dos: el tiempo que le han ganado a las personas en busca de mayor productividad y la cantidad cada vez menor de dinero adquirida vía salarios, es decir, en México un peso de 1974 compraba lo que tres o cuatro pesos de 2006 pueden comprar hoy en día.
Tampoco se trata nada más de quejarnos cuando no tenemos trabajo, sería hipócrita de mi parte criticar este juego únicamente cada vez que pierdo, y esto me hace decir que la vida es un juego en donde lo importante es jugar, perder o ganar son estancias necesarias para seguir jugando, de ninguna manera son el ultimátum. Es como escuchar a Michael Jordan y a Dan Marino hablar sobre la filosofía de la competencia, la percepción de la gente no sería la misma y probablemente el discurso resultaría idéntico.
Apuntes Finales
En la antigua Grecia, al ocio se lo tenía en altísima estima porque en él se reflexionaba, no tenía las connotaciones de ahora. De hecho, la actividad comercial no era tan bien vista como lo es ahora. Cómo cambian las cosas, pero bueno, creo que la ociosidad es una práctica sana, estoy plenamente identificado con los grandes griegos, ¡qué le pasa a la cultura occidental que modifica tanto su parecer! En fin, que de vez en cuando nos inventamos dos o tres mentiras al día para sobrevivir, para evitar que la expectativa envejezca y se vuelva esperanza. Lo que pasa es que en la expectativa, más o menos controlamos la situación, hay ansiedad; en la esperanza todo es angustia.
Introducción Innecesaria
En el link de arriba se puede descargar una selección de diez canciones en donde las letras versan alrededor del desempleo. Canciones como Algo Personal de Serrat, Sr. Cobranza de la Bersuit, Mala inversión de Real de Catorce, Este Barrio con Baglietto, Ocio y Negocio de Danza Invisible, Treintañeros de C. Arellano, entre otras.
No es motivo de este texto profundizar sobre los indicadores del desempleo y su mala calidad remunerativa que en promedio impera en el país, así como en el resto de América Latina; la intención es otra, es vindicar algunos aspectos humanos relacionados con este fenómeno socioeconómico.
Es menester acotar que en este escrito por desempleo se entiende la falta de actividad remunerativa. Para las actividades no remunerativas, prefiero la palabra “quehacer”, ya que está más alejada de lo pecuniario y toda su parafernalia.
Empleando el Desempleo
Uno se encuentra desempleado, pero con la expectativa de que pronto se va a encontrar alguna chamba o laburo. Pasan los días, pero en ellos nada de lo que esperamos. Más temprano que tarde, la expectativa se torna esperanza cuando no en utopía, ya no digo quimera.
En ese transcurso, uno se hace preguntas, en mi caso, muchas preguntas que lo mismo me las hago cuando trabajo que cuando no. Una de estas preguntas es: ¿si hay tanto dinero en el mundo por qué tanta bronca? Seamos honestos, las economías generan mucho dinero, hasta las tercermundistas, pero está desigualmente distribuido. Y no es cuestión de ser buenos o malos negociantes, sólo hay que leer historia, confirmar el capítulo XII de El Capital, ver la evolución de los países colonizadores y los colonizados; o para no vernos tan rojillos, averiguar cómo virtudes y defectos propios de la cultura occidental como la omisión, la corrupción, la ambición o la negligencia, entre otros estructurados de cierta forma bajo el capitalismo, son capaces de exponenciar lo peor para la mayoría de los seres humanos.
Poco a poco, nos cansamos de respondernos a nosotros mismos, hasta el punto de convertirnos en unos profesionales del cansancio, diría J. J. Arreola.
Luego de unos días, empezamos a advertir el deterioro, que la gravedad horizontal subieliana existe, que el grifo tiene gotera, que a la televisión le hace falta un regulador de energía, que no hemos leído el libro que compramos para el verano pasado, que a la Iglesia ya le han dado una mano de pintura, que el vecino ya tiene canas y casi se queda sin pelo, que tenemos dos cicatrices más en la mano y el corazón, que la foto de una ex novia ya no nos hace sonreír.
Todo ello me hace pensar que dentro de la agenda laboral del capitalismo (si es que existe), tendríamos que incluir la reducción de horas laborables. Si los incrementos salariales decentes en economías como las latinoamericanas están vedados por los fundamentos macroeconómicos (la inflación, particularmente), deberíamos pugnar por la reducción de horas mal llamadas hábiles. El reto es igual de titánico, pero el objetivo es más humano. Dejamos pasar muchos detalles todos los días, nos hemos dejado acorralar y nos preocupa, justificadamente, algo que no podemos controlar.
La bronca con el tipo de empleos que predominan son dos: el tiempo que le han ganado a las personas en busca de mayor productividad y la cantidad cada vez menor de dinero adquirida vía salarios, es decir, en México un peso de 1974 compraba lo que tres o cuatro pesos de 2006 pueden comprar hoy en día.
Tampoco se trata nada más de quejarnos cuando no tenemos trabajo, sería hipócrita de mi parte criticar este juego únicamente cada vez que pierdo, y esto me hace decir que la vida es un juego en donde lo importante es jugar, perder o ganar son estancias necesarias para seguir jugando, de ninguna manera son el ultimátum. Es como escuchar a Michael Jordan y a Dan Marino hablar sobre la filosofía de la competencia, la percepción de la gente no sería la misma y probablemente el discurso resultaría idéntico.
Apuntes Finales
En la antigua Grecia, al ocio se lo tenía en altísima estima porque en él se reflexionaba, no tenía las connotaciones de ahora. De hecho, la actividad comercial no era tan bien vista como lo es ahora. Cómo cambian las cosas, pero bueno, creo que la ociosidad es una práctica sana, estoy plenamente identificado con los grandes griegos, ¡qué le pasa a la cultura occidental que modifica tanto su parecer! En fin, que de vez en cuando nos inventamos dos o tres mentiras al día para sobrevivir, para evitar que la expectativa envejezca y se vuelva esperanza. Lo que pasa es que en la expectativa, más o menos controlamos la situación, hay ansiedad; en la esperanza todo es angustia.
1 comentario:
Si la verdadera acepción de ocio es la que empleaban los griegos, uno llega a la reflexión de cuanto ocio nos falta a los humanos.
La situación del desempleo extremo, lo que crea es hiperempleados sin tiempo para el ocio y por otro lado una masa de desocupados que tampoco tienen las herramientas como para ejercerlo, ya que ese tiempo muerto se emplea para una actividad ya preestablecida por el sistema y la cultura para invalidarlos como sujetos.
Creo que un desempleado que logra transformar ese tiempo en ocio, ya deja de pertenecer a esa masa y se convierte en un sujeto crítico.
Un abrazo
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