jueves, 30 de abril de 2009

La Influenza, Guillermo de Ockham, Werner Heisenberg y las Versiones

Abordar el tema del virus de la influenza porcina es complejo por sus implicaciones políticas, sociales y económicas; es entrar de lleno en el tema de la civilización y la cultura, es decir, el mundo de las actitudes ante el mundo y de las perspectivas que tenemos del mismo.


Declaro que no sabía como abordar el asunto pues al día de hoy, ese péndulo imaginario que relata el transcurso de las antinomias, ha terminado su recorrido. Hay dos versiones bien definidas en torno al fenómeno del virus de la influenza porcina: la emergencia sanitaria vs la confabulación de los gobiernos del mundo. Versiones que encierran toda una gama policroma que combina, en diversa magnitud, a esa díada.


Recordé las sesiones de filosofía en el CCH-N, particularmente en la que estudiamos a Guillermo de Ockham. Este filósofo inglés del siglo XIV, entre sus valiosos aportes, emitió uno que es particularmente eficaz para la lógica y sus derivados:


La explicación más simple y suficiente es la más probable –mas no necesariamente la verdadera–. Dicha oración es conocida como la Navaja de Ockham.


Este aporte implica que no deben postularse explicaciones que multipliquen las causas de un fenómeno, sin necesidad.


De entrada, tenemos problemas para aplicar esta Navaja al fenómeno que nos atañe: el del virus de la influenza porcina no es un acontecimiento como la hidrodinámica o la ley gravitacional; por el contrario, es un suceso que afecta al hecho y al testigo de diferente manera y, por si fuera poco, está en plena evolución.


Derivado de lo anterior, entró en mi auxilio el aporte de otro extraordinario pensador del siglo XX: Werner Heisenberg y su Principio de incertidumbre.


Dicho Principio dice, en términos generales: el testigo del fenómeno por el simple hecho de presenciarlo, lo altera.


(Tanto Ockham como Heisenberg, inteligieron sus aportes desde sus disciplinas: la filosofía y la física, respectivamente)

Ahora bien, caminé por las calles del centro de la ciudad, el sábado pasado. Caminé por las calles de Madero, Motolinía, Tacuba, etcétera. Aprecié que más o menos, a ojo de buen cubero, la mitad de las personas tenían un tapabocas. Me pregunté ¿por qué?


Le inquirí a un expendedor de periódicos el porqué no llevaba puesto ese aditamento –puras mentiras del gobierno–, me dijo con una seguridad inefable. Luego de unas horas, cuestioné a un amigo el motivo de portarlo –para no contagiarme–, otra vez, con una seguridad total.


Trataré de llevar a las últimas consecuencias ambas versiones.


Primera versión


El virus existe; las autoridades de la salud en México no actuaron a tiempo por negligencia o ignorancia. En cualquiera de los dos casos, optaron por asumir la responsabilidad, mandaron las muestras del virus a Canadá. Positivo el resultado, se trata de un nuevo virus molecularmente distinto, genéticamente modificado: aviar, porcino y humano. Lo comunicaron a la Organización Mundial de la Salud y a la sociedad nacional e internacional.


Era demasiado tarde para contenerlo; se presentaron cuadros sintomáticos en algunos países y luego en varios más. Se declararon las etapas de emergencia; primero en México, y hoy en día, en todo el mundo.


El andamiaje institucional del país y del mundo, intentan por todos los medios, frenar la pandemia. Parece que los Estados recobran, por fin, su función esencial: la seguridad. La percepción de la gente es positiva respecto a los actos de los gobiernos del mundo que están dispuestos a pagar los costos necesarios para que las personas no mueran.


Pero en ese afán, dan información incompleta, en ocasiones incongruente pues ubican el origen en distintos lugares. Ocultan por unos días (en los medios electrónicos) la versión de que en Veracruz se originó todo. Otras fuentes, ponderan que en Oaxaca, en una mujer, fue en donde el virus mutó. Sigue la información incompleta, con atisbos de coherencia, pero sin rastros de consistencia.


Segunda versión


Se trata de una confabulación de los gobiernos (y grandes empresarios) del Grupo de los siete (G-7). Lo que intentan es dar otro paso. El cimiento fue la poco afamada Comisión Trilateral a principios de los setentas. Dicha Comisión buscaba encumbrar económicamente el “neoliberalismo” y políticamente desdeñar la democracia por que la consideraban agotada, desde entonces.


El paso que buscan dar se fundamenta en crear, institucionalmente, las condiciones para implantar una dictadura en el plano mundial, refundar el capitalismo con matices de la época absolutista, controlar por completo el poder, parafraseando a Diego Valadés.


Desde la perspectiva económica, los resultados de estas acciones, en el ámbito mexicano, son contraproducentes porque al cerrar “parcialmente” los restaurantes y totalmente otros giros, resulta que las pérdidas pueden incidir en una disminución del –1.0% del PIB, y si lo mismo ocurriera con el Estado de México, pues sería otro tanto, –0.5% de la producción nacional; en total, –1.5% del PIB.


Ello, dentro de la lógica del G-7, resulta incongruente si lo que buscan es un cambio institucional; por otra parte, si lo que pretenden es un viraje fuera de las instituciones, pues parece el fin de la democracia como simiente organizacional del Estado Nación.


Finalizando


En este momento del fenómeno, es cuando más respuestas satisfactorias necesitamos y cuando menos las encontraremos.


Pongamos los movimientos estudiantiles de finales de los sesentas, en el mundo; el sismo del 85 en México; lo que se les ocurra. Lo cierto es que las verdades socialmente aceptadas emergieron mucho tiempo después. En este momento que tenemos hambre de esas verdades y no de versiones, así, sólo nos vamos a frustrar porque los procesos que nos llevan de una versión o varias, a la verdad socialmente aceptada, tardan mucho tiempo. Y si lo que está en juego es la estructura actual del capitalismo, pues temo expresar que es probable que no lo sepamos.


Por ahora, Ockham nos resulta insuficiente porque las dos versiones mencionadas presentan incongruencias, porque no satisfacen la simpleza ni la suficiencia que se requieren. Si adicionamos a Heisenberg, la cosa se vuelve, aún, más compleja porque como testigos alteramos la precepción del fenómeno, es decir, nuestra subjetividad y toda la cultura y civilización que ello conlleva, nos orilla al reino de la interpretación.


¿Qué es la interpretación?, sino la barranca de la incertidumbre.


A estas alturas del partido, cada uno de nosotros hemos elegido nuestra perspectiva y conducta; el resultado, está por verse.


Pero me quedan unas enormes dudas: ¿Cómo nos estamos vinculando con la verdad, con la realidad, con las versiones? ¿Cómo tomamos a la verdad, como una circunstancia política, social y económica o como una certeza metaconceptual?; ¿cómo asumimos a la realidad, como una serie de hechos irreversibles o como una descripción de lo modificable?; ¿cómo interpretamos a las versiones, como los ejes de nuestra conducta o como el páramo de nuestra razón?


Y también reparo en que en este momento se tienen que utilizar los "cómo" sin olvidar los "por qué"; ya llegará el momento en que se invierta la cosa, es hora de empezar dejar de decir: que la historia los juzgue.

1 comentario:

Victor Castillo dijo...

Creo que ya hay elementos para empezar a creer que la crisis económico-financiera, será mucgo más grave de lo que se difundió en un inicio. El G-7, y sus conclusiones del 2 de abril de este año, la Comisión Trilateral y sus planteamientos, un virus real que vino a complicar las cosas y a la vez a catalizarlas, las medidas que se están dando en el Congreso.

Creo que si miramos la película completa, acciones o situaciones que resultan incongruentes si analizamos sólo estos meses, resultarán bastante coherentes si miramos las últimas tres o cuatro décadas.

Saludos del redactor.