lunes, 25 de febrero de 2008
Oscuridades
domingo, 24 de febrero de 2008
Un Domingo escuchando Brand X

Se trata de una excelente material de 1976. Recomendable para los amantes del Jazz fusión. Este grupo no fue muy conocido; sin embargo, su calidad tiene una relación inversamente proporcional a su fama. Fue el grupo paralelo de Phil Collins en la época que lideró a Génesis. En lo particular me gusta más esta banda.
Alineación:
John Goodsall: guitar
Percy Jones: bass, marimba (5), acoustic bass (7)
Robin Lumley: keyboards
Phil Collins: drums, vibes (2)
Canciones:
1. Nuclear Burn (Brand X) (6:20)
2. Euthanasia Waltz (Lumley) (5:39)
3. Born Ugly (Brand X) (8:13)
4. Smacks Of Euphoric Hysteria (Goodsall) (4:26)
5. Unorthodox Behaviour (Brand X) (8:25)
6. Running Of Three (Jones) (4:27)
7. Touch Wood (Brand X) (3:03)
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miércoles, 20 de febrero de 2008
Ausencias
Tu ausencia es diferente cada semana, esta semana es grata porque supone tu encuentro; la semana pasada, fue amarga porque suponía un hasta nunca.
Tu ausencia es tan profunda que ya la considero una presencia non grata, pero presencia al fin. Es como esas visitas inesperadas que desde el momento que llegan estás ansioso porque se vayan.
Tu ausencia me tiene confianza. Hemos conversado dos o tres veces, dice que te quiere como una hermana, me explica tus actitudes, más aún, las justifica. Suele darte la razón en todo; me ha tachado de imprudente y desesperado.
Tu ausencia me cae bien, pero no me gusta; no quiero salir con ella a pasear, no quiero besarla en la rueda de la fortuna ni enseñarle mi canción favorita; quiero que la dejes dormida en tu cama y vengas por mí, recuerda que tu ausencia es como una niña de cinco años: traviesa, indiscreta, curiosa, insolente y divertida.
Tu ausencia está contando mi vida, la está narrando frente a un auditorio de fantasmas sordos y ciegos que no atinan más que a imaginar lo que pasa, y no pasa nada.
Tu ausencia araña mis manos que no saben moverse ya de otra forma que no sea para buscar las tuyas.
Tu ausencia recibe los recados que te mando, y aunque no sabe leer intenta descubrir lo que te quiero decir. Por las noches se acerca a ti, y te cuenta algo y te quedas dormida.
Tu ausencia es la metáfora de mi muerte.
Tu ausencia nunca está ausente, siempre está por aquí impaciente por preguntarme algo intrascendente; siempre quiere ser la protagonista, la heroína valiente.
Tu ausencia se va yendo. Dejó una nota sobre el buró, el viento niega llevársela, la lluvia no quiere caer sobre ella y el cuervo medita el asunto.
La nota no decía nada, era otra vez tu ausencia, predecible, aún ciencia.
domingo, 17 de febrero de 2008
Taggeado
sábado, 16 de febrero de 2008
Descripción de un Minuto
martes, 12 de febrero de 2008
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Caminé varios días sin buscar nada, cursé calles oscuras y encharcadas. A mitad de una noche entendí que lo que buscaba era abandonar los recuerdos, dejarlos regados por la ciudad. No lo logré; en cambio, comprendí que nada era cierto, que no estaba enojado, que no sentía dolor. Me sentí un impostor.
Pero no dejé de caminar, lejos de ello empecé a aventurar algunas hipótesis que explicaran ese desazón que se siente cuando crees o te quieres sentir mal y, sin embargo, estás bien, te encuentras si no alegre sí tranquilo.
Qué pasó con todas esas canciones escritas por personas que habían vivido algo similar a lo que me había ocurrido; qué pasó con ese estar de acuerdo con las reacciones descritas por ellos, ese mandar todo al diablo, no regresar...
En mí no había rastros de esa forma de pensar, lo cual no quiere decir que no la quiera, que haya sido una mentira.
Llegué a un cafecito que está en la esquina de Patriotismo y... no recuerdo la otra calle, pero se llama Estación Café, y ahí estabas sorbiendo de una taza marrón y leyendo un libro.
Lo primero que pensé fue que después de tanto caminar sin haber comido, estaba sufriendo legítimas alucinaciones.
Me escondí tras el poste de luz cuando vi que volteabas hacia la calle. Eras tú y eso no quería decir nada, ni el destino, ni el azar, ya ni menciono la casualidad. Me fumé un cigarro recargado en ese poste gris, fue como convertirme en un detective o inventar una profesión no remunerada.
Decidí caminar en un momento en el que te veías muy entretenida con algún libro. Me dirigí al Centro de Información del INEGI que está a un par de cuadras.
Llegué a la mapoteca y pregunté por unos planos, serían como cuarto para las nueve. Inquirí a un empleado sobre un mapa, pero estaba agotado.
Luego, en menos de 15 minutos relate mi historia al mismo empleado. Ahí estábamos los dos separados por un descuidado mostrador.
Sus abundantes bigotes grises y la gravedad de su voz, dotaron a sus escasas palabras de autoridad.
−¿Estarás creciendo? De nada serviría lo que escuchas, ves o lees, si lo imitaras. Acá nadie se muere de amor; te mueres de hambre, de cáncer. No esperes que te llegue por correo un papelito que testifique que has crecido, aprendido; de ello te das cuenta en el momento, pero la terquedad es el peor enemigo del aprendizaje.
Tenía la mirada clavada en el mostrador, y de pronto el empleado me dijo:
−Joven, ya le dije que no tenemos ese mapa. Si gusta, puede ir a la sucursal de Balderas, es probable que allá lo tengan. ¿Está usted bien, se ve muy pálido?, tiene ahí como diez minutos no más mirando el mostrador.
Me di la vuelta sin despedirme. Caminé de regreso por Patriotismo y llegué a la cafetería donde estabas, pero ya habían cerrado.
viernes, 8 de febrero de 2008
Antes del Aniversario #1 de Carta Abierta
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La rola 11, Algo se está rompiendo, es una rola cinco estrellas: "todo es una gran contrariedad, algo se está rompiendo (...) No quiero hablar con más claridad, no me gusta decir siempre la verdad, todo se está rompiendo".
Para los demás, recomiendo: Salud (dinaro y amor), 7 segundos, Mi rock perdido y Mala suerte.

miércoles, 6 de febrero de 2008
Prontuario de un Hombre Recortado
viernes, 1 de febrero de 2008
Sueño No. 9
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Disco de la semana / Disc of the week

Live in Plymouth, May 11, 1971. Alineación: Robert Fripp, guitar and mellotron; Boz Burrell, bass guitar and vocals; Mel Collins, saxophone, flute and mellotron; Ian Wallace, drums and vocals; Peter Sinfield, words, sounds and visions.
Recomiendo escuchar todo el disco: descárguenlo, quémenlo y escúchenlo todo el mes de febrero.
Descargar / Download
Es una cortesía del Blog: Ironman Kingdome
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CUANDO ME di cuenta, subía por los escalones blancos de lo que supuse un condominio –Como en muchos de los sueños que tenemos, no sabemos los porqués; solamente los cómos–. Llegué a una puerta de madera café; ahora no recuerdo el número aunque sí lo vi.
Entré y no me fue ajeno nada de lo que estaba ahí, es decir, la ubicación de los muebles, el color del piso, el tipo de ventana que daba luz a la sala, etcétera.
Revisé el refrigerador, miré las calcomanías desgastadas y pegadas a éste, y que seguramente en nuestra infancia mis primos y yo las estampamos ahí. Recordé que en un sueño de este tipo, tampoco todo es idéntico a la realidad ya que lo único que cambia es que somos capaces de tomar decisiones y ejecutarlas como en la vigilia.
Quiero declarar que la señal más precisa de que estamos conscientes dentro de los sueños, es precisamente la capacidad de recordar ahí dentro, hacer reflexiones o imaginar, elementos que nos llevan a ejercer la voluntad.
Me dirigí a la alcoba de mis abuelos, y ahí empecé a discernir ciertas diferencias. La puerta del baño tenía otra ubicación y otro color, la cama estaba en otro lugar, y algunos detalles más; empero, lo que me sorprendió fue que había un pasillo inexistente.
Esa sorpresa me impactó tanto que estuve a punto de perder el control de mis decisiones, se oscureció un poco la escena. Por unos momentos perdí de vista mis manos y la parte del cuerpo que percibimos cuando estamos caminando. Con un poco de quietud y tranquilidad recuperé mi sustancia ahí adentro. Fue cuando recordé que la diferencia entre quietud y tranquilidad es abismal. La primera nos sirve para entender a qué velocidad viven y sienten las personas que tenemos cerca, a las que queremos; la segunda, para entender las propias.
No avancé más, sentí que equivalía a profanar la intimidad de mi abuelo, así que me senté sobre la cama matrimonial. Un espejo colocado entre el ángulo de dos paredes, reflejaba ese pasillo que, en primera instancia, decidí no cursar. Pero ese indiscreto espejo me despertó la curiosidad –y cuál es la función de los espejos sino descubrirnos secretos–.
Cuando narramos nuestros sueños inevitablemente tendemos a falsear ciertos pasajes que jamás ocurrieron con el afán de terminar de explicarlos. Acá pasó algo similar porque previamente había decidido no caminar por ese pasillo, pero al final, caminé por él. Admito que el reflejo del espejo dotó de cierta infinitud ilusoria a ese corredor pues al transitarlo, descubrí que solamente develaba dos piezas más.
En esos momentos sentí algo poderoso, incluso me puse nervioso. La sensación se diluyó al entrar a la primera de esas dos recámaras. Vi a varias personas a la espera de ver quién entraba, pensé. Me miraron sin sorpresa, quizá con impaciencia, lo cual implicaría que sabían de mi visita. Ningún rostro conocido −lo cual no es nada extraño en estos ambientes−. Todas eran personas mayores; hombres y mujeres septuagenarios. Todos tenían una sortija dorada y sutil en el dedo índice. No quise saber los detalles de ese signo que me ha perseguido a lo largo de los años.
Caminé un poco entre ellos pero no quise preguntar nada a nadie. Llamó mi atención un hombre alto y medio calvo que tenía en sus brazos a un bebé, una mujercita acaso de medio año. La miré con alegría y sonreí; ella me miró y sonrió.
–Hola, ¿cómo estás?, le dije. Me respondió con una oración completa, balbuceando las primeras palabras, pero las últimas fueron tan claras como las de cualquier ¿adulto?
–Hoy estuve jugando toda la tarde con la almohada, decía mientras me miraba feliz.
Sorprendido voltee a ver a los presentes en busca de admiración ante la soltura de su respuesta. Nada, ninguna de las personas estaba inmutada, pareciera que no habían escuchado nada, ni una sola palabra de esa tierna niña. Luego, continuó.
–Mañana me voy a divertir con las miradas de mis padres.
–¿Y quiénes son tus papás?
–No lo sé, y se carcajeó.
Yo estaba absorto, no daba crédito a lo que escuchaba. ¿Cómo una niñita tan chiquita puede expresarse con tal claridad? Instantáneamente recordé que ni ella ni yo movimos los labios para comunicarnos. Cuando reaccioné para seguir platicando con ella, el escenario había cambiado. Supe que el control onírico que había mantenido, se había fugado.
La parte final del sueño fue como la mayoría, es decir, lugares y ambientes imprecisos. Como seguir un guión ajeno.
Estaba en una limosina, los interiores de piel negra y madera. Era de noche y apenas intuía las calles de la ciudad. El señor alto y calvo puso frente a mí a ese pequeño ser increíble − increíble por maravilloso no por falta de crédito −.
Esa tierna mujercita de meses, me miró y me sentí tremendamente ignorante y a la expectativa de lo que me iba a decir, cual si fuera a revelarme el secreto de la vida, ¿de mi vida? Yo sólo percibía su olor, ese olor de bebé que ni Cartier ni Coco Chanel, serían capaces de reproducir.
Tomó mis manos y las juntó; me dijo: –Si sabes lo que quieres, ¿por qué no lo haces?
Desperté. No sé quién es ella, tal vez no valga la pena averiguarlo.
Eran las 19:30 hrs., por la ventana observé el bostezo de la noche que despertaba tras las ramas de los árboles del jardín.
Sin fortuna, he tratado de reproducir todos los detalles para comunicarlos.
Todavía adormilado, vino a mi mente el recuerdo de una noche imaginada en la que adiviné que en el cerebro virgen de los bebés se almacena aún el origen y expansión del Universo, acaso su final, y que desgraciadamente se va perdiendo con el pasar de las lunas y los soles. También me enteré que aquéllos son incapaces de transmitirnos esa sabiduría por falta de habilidades motoras, pero que si pudiéramos redescubrir la comunicación visual-mental, serían capaces de recuperarnos eso que Einstein y Sagan con amor persiguieron, y que Hawking aún hace.