domingo, 7 de octubre de 2007

El Corazón de la Casa

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Respuesta a la encuesta anterior: Jimi Hendrix estuvo a punto de ser parte de Emerson, Lake and Palmer; su muerte lo impidió, pero hubiese sido extraordinario haber escuchado juntos a Emerson en los teclados y a Hendrix en la guitarra.
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Abstract: This is a tale about home as axis of contemporary society. In a tranquil night, in a house near from yours, a family was having dinner. After that, everybody went into their bedroom. Suddenly, something happens: the walls began to beat as a heart.

Also, we show you economic and social dates related with familiar disintegration, in Mexico.

This week you can download a great CD by Talking Heads, 77.
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La canción que se escucha de fondo es de Roy Buchannan, se llama Sweet Dreams.
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Excelente disco de los Talking Heads, 77, justo el año en que arrancan, y qué manera de hacerlo. Es un rock ligero y elegante.
Recomiendo las canciones Psycho killer, Pulled up, New feeling y Don't worry about goverment, muy ad hoc con el tema de la semana, je.
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ERA UNA noche común en una colonia en cualquier ciudad, es decir, no había eclipses ni estrellas fugases; una fecha entre un equinoccio y un solsticio. Días atrás hubo un golpe fuerte al narcotráfico y el Informe gubernamental ya había sucedido. No había juegos de la selección de fútbol soccer, y la luz no llegaba. Debo reconocer que más que común, parecía una noche atípica.

Los habitantes de la casa, una cerca de donde habitas, estaban reunidos en el comedor y cenando una deliciosa parrillada. La madre regresaba de la cocina dispuesta, por fin, a cenar; ya no tenía que regresar a la cocina ni por la sal. El padre, masticaba en silencio mientras observaba con sospecha a sus tres hijos, pues intuía que a pesar de sus regaños, continuaban aventándose bolitas de migajón, mientras cenaban. Los chavales, por su parte, se cuidaban de que su padre los sorprendiera en su guerra secreta. Era doble su esfuerzo dado que tenían que combinar sigilo y puntería; en ocasiones anteriores, los tres ya habían sido sorprendidos y reprimidos, debido a un tiro errado de migajón que de rebote había ido a caer en la salsera o al vino del padre.

El comedor era alumbrado por siete velas que estaban sobre un candelero dorado. Los cinco estaban cenando inmersos en un silencio total; el último ruido escuchado fue cuando la madre acomodó su silla. Pero el silencio era incómodo, como cuando se tiene que expresar un desacuerdo y uno prefiere hacer puré el alimento, dar un trago a la copa de vino o distraerse con algún recuerdo poco vívido para evitar la más leve mueca, antes de soltarlo. Los hijos no peleaban ni reían. Ese silencio les reclamaba en sus cabezas, romperlo. Cada uno de ellos traía una tormenta en su mente.

−Me pasas el vino por favor. Gracias.

−Termínate la carne.

−Papá, él me dio una patada por debajo de la mesa.

−Baja los codos de la mesa

−Quiero más pan.

Ruidos de platos, pasos de pies pequeños y grandes, sillas, agua en el fregadero y algunos besos, fue todo lo que se escuchó, antes de que el padre apagara la última vela, ya en su habitación.

−¿¡Este guey qué cree, que la comida la regalan!? 500 putos varos para toda la semana y quiere su vinito. Pero ni que le diga nada, el señor se rompe el lomo para mantenerme. Y mañana se larga, afortunadamente, con sus cuates. El domingo de nuevo para curársela se pone pedo… cabrón…

−Leucemia... ¡qué poca madre! Ella, mis hijos… faltan muchos pagos para la casa, no tengo seguro de vida… El compadre no va a pagar, lo conozco... Muy caro el tratamiento, no tengo seguro... Te quiero, te quiero, pero no te das cuenta ni de que he bajado de peso… Mi’jita, te adoro…

−Diosito, bendice a mi Papi y a mi Mami para que me quieran y no se peleen.

−Mi mamá nos está pegando mucho, le voy a esconder los cinturones de mi Papá…

−A mi carnal todavía no se le quita el moretón de la semana pasada… chale, la culpa fue mía, pero se pasó mi jefe con el castigo. En una hora viene la banda… mi jefe ni se dio cuenta de que no estaba su botella, jajaja… pinche viejo.

Se empezó a escuchar un latido, sístole y diástole, por toda la casa. Ritmo suave, casi arrullador. Los primeros en notarlo fueron los niños. La hija se dispuso a escucharlo sin previsiones; el mayor, creyó que sus amigos ya estaban afuera, pero era muy temprano aún, y se molestó y se puso nervioso porque lo sorprenderían sus padres; al otro, le dio miedo, no sabía por qué, pero así es el miedo, inexplicable.

Los pensamientos de la madre fueron relegados por el constante latido de algo que no alcanzaba a identificar, incluso, llevó su mano derecha al pecho; no era ella. El padre, dejó de mover sus dedos sobre su vientre, amagó con levantarse, mientras pensaba que su enfermedad le provocaba ruidos inexistentes.

El latido mantuvo su ritmo, pero se incrementó en sonido. Algunos ya habían desechado su primera hipótesis. Los padres ya estaban sentados sobre la cama y se miraban sin decir nada con palabras, pero se sabían sorprendidos por ese extraño ruido. Los hijos, estaban en la cama del mayor, mirando para todos lados en esa oscuridad que ya no es tal después de unos minutos.

Así pasaron varios minutos. Los padres empezaron a manejar algunas hipótesis más inauditas, que el propio acontecimiento. Los chavos, estaban platicando de tantas cosas que no tenían mucho que ver con el ruido que allí los tenía. Hasta que a la niña se le ocurrió poner su mano sobre la pared, ya espantada la quitó y lanzó un grito.

Los papás corrieron a la habitación de sus hijos; con una pericia de ciegos llegaron y los abrazaron. La niña llorando, decía –La pared, la pared… Mami… la pared. Nadie sabía qué pasaba, pero estaban todos juntos en la cama haciéndose preguntas, contestando con más preguntas. Todos procuraron que la hija se tranquilizara y les llevó varios minutos. Durante ese tiempo, los latidos pasaron a segundo término, tal vez los olvidaron.

Por fin, la niña dijo que la pared era la que hacía el ruido; todos incrédulos esbozaron sonrisas. –Mi amor, ¿pero qué dices? –Toca la pared papito. El señor se puso de pie y colocó su mano izquierda sobre la pared; la quitó de inmediato, volteó a ver a su mujer, y palpó de nuevo la pared. Ahí la dejó sin decir nada, pero le dio miedo y ganas de llorar. Se recompuso y dijo: –la pared está latiendo.

En ese instante, los latidos aceleraron su ritmo, era un vértigo la casa.

Los padres estaban al borde de la histeria sin saberlo, quizás sin admitirlo. Se llevaron a sus hijos a su habitación, pero era lo mismo, el ruido inundaba la casa. Luego fueron hacia el comedor, y en el trayecto, todos comprobaron que las paredes largas de esa parte de su hogar, latían y latían hasta desesperarlos, asustarlos, perseguirlos por ese breve corredor. Al llegar al comedor, optaron por irse a la sala y se sentaron en un mismo sillón.

Instantes después, los hijos hacían preguntas que los padres no sabían responder, no era tan fácil como decir “cállate y come” o “haz la tarea”. De pronto, sintieron que también aumentaba el sonido, y los cuadros y las fotos colgadas se empezaron a caer, las repisas vomitaron los libros, el último en caer fue la pesada biblia de pasta negra.

No había tiempo para reaccionar, alguno de ellos pensó en recoger los cuadros, los libros o las fotos, pero se sintieron ridículos; en medio de ese caos no sabían qué hacer, qué era lo correcto, lo adecuado, pero estaban juntos, y la niña estaba feliz, pero no se dio cuenta de ello por lo rápido de los acontecimientos.

Nadie lo propuso, pero estaban con las manos agarradas.

Cesó de latir la casa. Y todo parecía más raro ahora. Qué hacer con ese miedo, con la confusión y con esas lágrimas, ahora que ya no tenían razón de permanecer con ellos. Se dejaron de mirar entre ellos, pera ver, en penumbras, lo que sin duda era un desastre.

−Clara… te quiero que decir algo.
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Datos duros

Quizás el gran problema que subyace a todos los problemas contemporáneos del capitalismo, sea la carencia de una sólida formación de personas que prevalezca, y todo lo que este apelativo de persona significa. Es un problema bien identificado por los científicos sociales, pero cuyas soluciones propuestas son tantas y tan diversas, incluso algunas contradictorias, que hemos sido incapaces de instrumentar una repuesta directa. Explicar esta carencia se nos ha venido facilitando, pero hay “preferencias e intereses” políticos y económicos; el debate continúa y está vivo. Los científicos y técnicos están haciendo su chamba, pero quienes deciden, los poderosos, lo siguen “meditando”, mientras la familia y sus integrantes se siguen deteriorando. Y no debe ser consuelo que este problema afecta a los poderosos; por el contrario, lo fomenta.

De acuerdo con el documento Hombres y Mujeres en México, 2007 y la Encuesta Nacional de las Adicciones, 2002 publicados por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) y el Instituto de la Juventud, respectivamente, en 2002, en el país había 3 millones 522 mil 427 jóvenes entre 12 y 17 años que consumieron una copa de alcohol el año previo del estudio (25.7%) de la población de ese grupo etario; la proporción en la población urbana subió a 30% promedio (25%, mujeres y 35%, hombres). Además, 10.5% de varones urbanos, bebió cinco o más copas por ocasión de consumo.

Se reporta que las tendencias en el consumo de alcohol en el segmento de adolescentes (12 a 17 años) va en aumento, pues el índice de consumo de los adolescentes se incrementó al pasar de 27% en 1998 a 35% en 2002 entre los varones, y de 18% a 25% respectivamente entre las mujeres. Entre los varones, aumentó el número de menores que reportaron beber mensualmente cinco copas o más por ocasión de consumo de 6.3% a 7.8%. El aumento más importante se percibió en el número de menores que manifestaron en el último año al menos tres de los síntomas de dependencia del DSM-IV, que alcanzó al 2% de los adolescentes en 2002.

El DSM-IV (Diagnostic and Statical Manual) es un criterio para diagnosticar la dependencia de alcohol. Para mayor información ver:

http://www.medicalcriteria.com/es/criterios/dsm_alcoholdep_es.htm.

Por otra parte, en cuanto al maltrato infantil, el porcentaje de casos comprobados de denuncias recibidas, ha mostrado una disminución entre 1995 y 2004, al pasar de 73.9 a 59.2%; esto es por lo menos curioso ya que justo en el 95 (año pico del periodo) fue cuando más se sintieron los estragos de la crisis económica desatada en diciembre de 1994, y porque se sabe que el maltrato a infantes va en aumento.

Desde otro punto de vista, el porcentaje de casos comprobados de maltrato infantil presentados ante ministerio público, es bajísimo: en 1998 fue de 14.5%; en 2001 (año pico del periodo), de 21% y en 2004 de 17.1%.

En una encuesta del Instituno Nacional de la Mujeres y del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz” ¿Cómo educamos a nuestros/as hijos/as? Encuesta de Maltrato Infantil y Factores Asociados 2006, se indica que el maltrato emocional es el que prevalece sobre el físico, y ponen énfasis en el contexto familiar: estructura familiar, nivel educativo de los padres, nivel socioeconómico y educativo de los padres, hacinamiento, desempleo, conflictos maritales, entre otros.

En el país, el promedio de años de años estudiados entre la Población Económicamente Activa (PEA), esto es, personas entre 12 y 65 años de edad, fue de 8.4 años, ni la secundaria concluida. Si vemos este fenómeno por deciles, vemos que en 2004 el decil I o en el 10% más pobre de los hogares la PEA tuvo, en promedio, apenas 5.5 años estudiados; por su parte, el decil X o en el 10% más rico de los hogares, el promedio fue de 13.2 años de estudio.

Para finalizar, es importante también tener en cuenta el contexto del ingreso promedio de los hogares, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, 2006, en México el decil I tuvo un ingreso per cápita trimestral de 1 mil 701 pesos; en cambio en el decil X fue de 32 mil 519 pesos.

En promedio, cada hogar del decil I tiene 4.5 miembros y cada hogar del decil X, 3.5; lo que nos arroja la espeluznante cifra de que cada miembro de los hogares más pobres del país sobrevive en promedio con 378 pesos al mes; en contraparte, cada integrante de los hogares más ricos, vive en promedio con 9 mil 291 pesos mensuales.

Más allá de los números, que son funestos desde cualquier perspectiva, debemos ver estos datos como el embrión para luchar no entre pobres y ricos, sino para considerar que la única posibilidad de modificar estas tendencias es permitir que lata el Corazón de la Casa, no podemos esperarnos a que aumente el ingreso familiar para empezar. Los años pasan y el ingreso familiar se ve golpeado por la inflación, la paridad cambiaria, el nivel educativo, etcétera, y si han aumentado los ingresos de los deciles más bajos, es debido a que son los principales perceptores de remesas desde el exterior, no porque hayan aumentado los salarios, particularmente.

Fuentes: INEGI y Secretaría de Salud, Instituto Nacional de la Mujeres e Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”

5 comentarios:

Lu García dijo...

qué impresionante preludio para la información que nos muestras.

El desmoronamiento de la familia por los constantes problemas derivados de las crisis económicas y de valores, es casi inminente. De cualquier modo, son pocos los esfuerzos que se hacen, y todos desarticulados. Algún día se empezará a pensar en grande. Espero no se muy tarde.

Horacio dijo...

Casa tomada? Por ahi va este relato no? mas al rato,
abrax,
H.

Victor Castillo dijo...

Lilith:

Qué milagro que os asomais por acá. En efecto, lo que quise retratar fue precisamente esos moementos que pueden fungir como sello en la vida de las personas en su porvenir. Además de insistir que la única salida, que alcanzo a divisar hasta ahora, es la familia.

Si estos gobernantes de los países en desarrollo no están pensando en grande y para las mayorías, pues adelantémonos y empecemos nosotros en nuestros núcleos.

Besos y abrazos.

Victor Castillo dijo...

Eich:

Tenía como siete años que no escuchaba ese título de cuento "Casa Tomada", y como diez años de haberlo leído. Cuando lo mencionaste, diligente fui a releerlo y, teneis razón, perticularmente en el asunto de los ruídos y los silencios.

Caray, esto sí que es un "Cuento Tomado", je.

Suerte y abrazos.

zafreth dijo...

Col como always tu relato me gustó,leer lo del INEGI me dio hueva pero tuve unas dudas que me aclaraste por el MSG, gracias.

Voy a leer el cuento de Cortazar
saludos
pp