HAY QUIENES escriben para olvidar; otros, para recordar; algunos más para conjurar sus temores o acercar sus querencias.
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Yo escribo esta noche para estar cerca de vos y operar lo único que dejaste: ideas y palabras que bajo ciertas temperaturas se transforman en verdaderos milagros.
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Cuando me acerqué y vi tus cabellos rojizos advertí que eran cadenas de vocales y consonantes; luego vi tus ojos que son un par de oxímoros verdes y profusos.
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Segundos después, observé los interminables puntos y comas que tienes por cejas y pestañas, y los puntos finales que bañan a tus hombros, mismos que escoltan a ese par de metáforas.
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Recorrí la trama de tu cuento y llegué a la sinécdoque que protegen las comillas que tienes por costillas. A esa altura, tus preposiciones se movían sin parar mientras ayudaban a expresar las hipérboles mayúsculas que salen por tus elipsis delgados y rojos.
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Luego, llegué a ese par de sinestesias largas y claras, que son el humo por donde hidalgos y mendigos escapan y se pierden antes de confesar sus secretos.
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Hacia el final, divisé la metonimia de esa carita que enciende lámparas en la penumbra de esta habitación.
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Supe al despedirme que eres la alegoría de un amor.
1 comentario:
Calmado! dejad a Calamaro & Sabina en santa paz, recuerda que los abandonaste...
Y buen texto en el que combinas lo musical con lo lírico, y de paso te sigues con ese elemento romantico para dar pie a la descripción de alguna(s) femina(s) que rondan en la mente y el cuerpo...
Saludos y abrazos,
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