−Espera
un momento, alguien llama a la puerta.
−¡Venga,
tía, felicidades, ¿cómo estás?! –una pareja saludó efusivamente a Marcia.
−Cité
a las nueve; ¿qué hora son estas de llegar?
Cuando
la mujer cruzó el umbral de la puerta, pisó mal y se torció el pie derecho. Su esposo
la alcanzó a tomar del brazo y evitó que cayera. Entre Marcia y él la cargaron
y llevaron a un sillón –Te traigo un analgésico, espera–.
–¿Dónde
está Andrés? –preguntó Marcia, mientras le daba la pastilla y un vaso con agua.
–Fue
a servirnos algo de tomar… Vamos a terminar –le confió–, no está funcionando lo
nuestro –la mujer hablaba y sobaba su hinchado pie, como si no le importara
ninguna de las dos cosas.
–¿No
hay nada qué hacer? –preguntó Marcia esperando la respuesta más con angustia
que con interés –No lo creo… luego platicamos; ahí viene.
Marcia
lo miró a los ojos e inmediatamente se alejó −Esperen, regreso en un momento,
voy un rato con Pablo, está muy solitario en el balcón –dijo la anfitriona, yéndose.
La
ruptura rara vez viene en par; uno de los dos abrirá el tema; el otro, por
cobardía u orgullo no peleará, o lo hará con enfado, más con despecho que con tino.
Aquella
será la última noche que salgan juntos; en el transcurso de la velada,
verificarán que no se aman más; podrán salvar una amistad para el porvenir,
porque a punto de separarse, volverán a sentir con furtividad, el vértigo de la
soltería nocturna; percibirán con claridad el coqueteo, acaso ejecutarán algún
flirteo.
§
−¡¿Pablo,
por qué tan aislado de la fiesta?¡ –Marcia sonreía mientras le ofrecía un
bocadillo y un tequila −¿Cómo estás?
−Cansado
de ser feliz –dijo irónico, antes de vaciar su caballito−. Marcia notó que el
dorso de la mano diestra de Pablo estaba raspado.
−¿Cómo
va el negocio?; escuché que cada vez más complicado.
−Ya
no es tan fácil como antes. Tampoco es que haya aumentado la competencia
respecto al café. Tú sabes de economía, te acaban de dar el CEO de HSBC. La
gente cree que esta guerra es para reducir el mercado, ¡jamás! El consumo de
todos los tipos de café ha crecido desde que estoy en esto, 30 años; aún con
los decomisos el precio no se ha disparado porque el crecimiento de la
producción también ha aumentado; hay lugar para todos. Es una guerra por el
control y la administración de estos productos. Ellos quieren controlar las
rutas y la distribución; son un cártel legalizado. Es una depuración, Marcia… ésa
es la verdad –umbrío pronunció esas últimas palabras.
−¿Qué
te pasó en la mano? –ella cambió el tema.
−Al
entrar en tu casa me tropecé y me raspé con el delicado tirol de tus paredes
–le mostró su sonrisa torcida.
No
se volverán a ver. A él lo matarán en las próximas horas. Podrá escapar y vivir
tranquilamente con otro nombre y rostro, pero no conoce otra forma de vivir.
Nunca tuvo que escapar de nada, siempre consiguió lo que quiso. No tendrá
funeral y nadie de su empresa lo sustituirá. En algunos medios de comunicación
hablarán de él, pero sin precisión; no divulgarán su verdadero nombre, porque
sólo su familia lo conoce.
Hablaron
unos minutos más, él recibió una llamada y salió; apenas se despidieron con la
mirada.
§
−Como
siempre, soy el primero en llegar y al último que atiendes.
−No
te quejes, si sabes que eres mi preferido –Marcia sonrió y sobre la barra dejó
un plato con caviar y una botella de champagne –Mira, es un Comtes de
Champagne, un Taittinger, tu predilecto, Sergio.
–Sí
me quejo… –servía el champagne; hablaba de memoria y le coqueteaba con los
ojos. Cada vez que veía a Marcia hacía lo mismo–. Sólo quieres mis palabras,
mis libros autografiados, mis relatos eróticos exclusivos para ti…
–Las
palabras de ninguno me humedecen como las tuyas; eres genial y los sabes –atajó
Marcia con automaticidad, sin frescura, con una sinceridad que a fuerza de
repetirse ya no parece tal; un juego que tenían desde hacía tiempo.
–¿Y
ahora con qué dilema argumentativo o acertijo me vas a impresionar, querido? Salud
–brindaron, chocaron sus copas y se miraron con una de esas coqueterías que jamás
los han llevado a la cama, sino a la ansiedad de uno y al tedio de la otra.
–Sólo
te voy a contar la trama de una novela que estoy escribiendo; los pormenores no
los tengo definidos.
Marcia
se sentó en el banco y disfrutó el último trago de su copa; con un gesto evitó
que Sergio se la llenara y ella misma se sirvió.
–¿Qué te pasó en la ceja? –le dijo
levantando la ceja.
Sergio
hizo caso omiso a la pregunta y empezó a hablar sobre su libro con aspavientos
y gesticulaciones teatrales.
–La privacidad es un valor y
las casas, las viviendas, están diseñadas para fomentarla. El cuarto de los
padres, el de los hermanos, etcétera. Pero aquélla acarrea individualismo, lo
que conduce al secreto y, finalmente, al engaño. No termina ahí porque hay secuelas
sociales. Esas casas construidas así, condicionan al núcleo de la sociedad: la
familia. Esta constitución de los hogares, en un contexto capitalista, está
detrás de la falta de solidaridad y participación ciudadana en los pueblos.
–Suena
muy interesante, pero tiene un problema –dijo ella mirándolo a los ojos con
frialdad; él se quedó estupefacto, aunque lo disimuló –¿Cuál es el error en mi
trama?, preguntó disimulando su alarma.
–No
dije que tuviera un error, sino un problema, si lo piensas son dos cosas
distintas –apuntó ella con sagacidad y una sonrisa juguetona.
–Me pegué con la mirilla de la puerta –apresuró
su respuesta–. Tocaron, fui a abrir y por
la mirilla quise ver quién era, pero estaba abierta y me pegaron.
Le
irritaba la idea de que una mujer sin cultura literaria, pudiera ser más
inteligente que él. Lo molestaba el rechazo sexual de Marcia; estando con ella
se sentía castrado, pero desde hacía mucho lo había sublimado mediante una
serie de juegos intelectuales, que al cabo de los años les resultaban aburridos
y únicamente los usaban para iniciar o terminar charlas.
−Espera
un momento, alguien llama a la puerta; Sergio la miró alejarse mientras agotaba
el champagne de su copa y calibró su mirada sobre las nalgas de Marcia.
No
se verán más. Sergio, al siguiente día, conocerá a una mujer con la que domeñará
todas las pasiones que Marcia le aviva y marchita. Sus libros seguirán siendo
interesantes, pero no volverán a proyectar fuerza, porque ésta era motivada por
una compleja forma de cortejo hacia ella. Con el tiempo desarrollará una
extraña afección sexual a las negativas de su mujer;
probablemente ello derivará en una tendencia hacia el abuso sexual conyugal.
§
Paulatinamente
se fue vaciando el departamento; botellas vacías, ceniceros llenos a las tres
de la madrugada. En su habitación, frente al espejo, Marcia sintió que esa fue
su noche y sonrió. Volteó a ver el teléfono.
–Hola
Andrés, sólo quería escucharte. Te amo.
–Acabo
de hablar con ella; ya terminamos. Estoy empacando, pero me voy a un hotel. No
fue sencillo.
–Lo
sé. No son fáciles ninguno de los pasos que empezamos a dar hoy. Pablo no verá
más la luz del día, tú no volverás a despertar con tu mujer y a partir del
lunes estaré a cargo de la limpieza.
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