1. En una de las páginas extraviadas (o arrancadas) de los libros que dejó escritos el Obispo Manuel Abad y Queipo, escribió que Morelos y Pavón era un hombre taciturno que escondía su gallardía en la liviandad de los días. No reproduciré el resto de sus impresiones, pero me queda claro que el entorno social determina las veracidades y las falsedades de los hombres. Quizás antes del Contrato social de Rousseau, fue al revés.
2. En los libros de biología marina se describen animales abisales que viven y se reproducen bajo condiciones extremas: sin luz y con altísima presión. Esta última condición marina, configura formas estéticas de vida que acá, a nivel del mar o por encima, consideraríamos inauditas. Especies de animales que parecen telas ondeando en el aire; también hay animales que consideraríamos monstruosos.
Un héroe varía de región a región, en el tiempo. Como los diccionarios lo dicen: el héroe es la encarnación de un conjunto de valores determinados por la cultura de que se trate. Incluso las subculturas recrean sus propios héroes. Con lo anterior quiero decir que el héroe y el villano, abusando del término que define a los habitantes de las villas, son idénticos en un Universo al que sólo podemos, hasta ahora, aproximarnos por los conceptos de “principio y fin”.
Créanme que no hay nada más frustrante que un héroe olvidado; mejor aún, que los actos heroicos olvidados. Perece que en estos tiempos de incertidumbre, de indefinición cultural, la acumulación de valores occidentales, pasan desapercibidos. Y es que la civilización y la cultura occidental están en tránsito. Trataré de ser más explícito.
Todo el conjunto de valores que ensalza nuestra cultura y civilización, no están embonando con los privilegios y promesas que enarbolan aquéllas. Si lo anterior es cierto, no vamos a tener héroes en esta época, lo cual nos expone como una generación incapaz de densificar estampas de valores humanos. Quizá por ello hemos dejado de creer en mesianismos y castigamos a quienes lo intentan.
Este tema está detrás de los procesos democratizadores, de la insolvencia de la entelequia llamada Estado, de lo que denominamos iniciativa privada; pero eso será tema de un libro que se publicará en el 2012, por ahora continuemos.
Tuve la indecencia de seguir con cronómetro a un hombre de 48 años de edad, justo en el momento en que se convirtió en héroe, pensé que cambiaría al mundo. Minutos después de ejecutar el acto que lo llevó a la cumbre, se emborracho y golpeó a su mujer e ignoró a sus hijos. Luego, salió a la tienda y se peleó con el tendero por unos pesos. Lo miré alcoholizado antes de quedarse dormido y me sentí un ser humano criogenizado.
En un mundo donde los juicios de valor están mutando, porque a pesar de lo que muchos creen, no se ha logrado definir ni un solo valor nuevo desde la Ilustración, todo ha sido, desde hace décadas, río revuelto. Y, en definitiva, para los héroes no basta con definir o enarbolar valores.
Esta es una época en la que vamos a necesitar héroes, pero no al clásico, porque las cosas cambiaron. Las condiciones sociales son tan volátiles pero a la vez se están densificando y requeriremos de héroes desapercibidos, grises, anulados. Siento que debe ser así porque los héroes evidentes son fácilmente anulados.
Ahora será más fácil darle sentido a los dos primeros puntos del texto:
La vida no es como el mar (qué haría un escritor sin las metáforas, carajo); nuestros actos dejan rastro sólo en la medida en que haya testigos; en el mar (o en la mar como decía Hemingway, cuando lo refería picado) no podemos asir al héroe, pero somos animales terrenales y la vida se nos viene al pelo. Si ustedes son sensibles habrán notado que las líneas de entendi (miento) de la vida están tensando nuestra estancia en el planeta.
Es posible, pero no probable que surja un héroe en el entorno abisal de nuestro mundo. A lo mejor la densidad de la iniquidad (que no inequidad) en la distribución del ingreso, del amor y la comunicación, estén forjando un héroe. No esperen a Supermán, ni al Hombre araña; la ironía se las ahorro. Me refiero a una mujer u hombre que bailando bolero te haga calentar, que mientras habla te haga escribir, que mientras te mire, te provoque pasión.
Procuremos la identificación de esos héroes como respuesta al lenguaje que a través de la comunicación intensa, se convierte en virus.
2. En los libros de biología marina se describen animales abisales que viven y se reproducen bajo condiciones extremas: sin luz y con altísima presión. Esta última condición marina, configura formas estéticas de vida que acá, a nivel del mar o por encima, consideraríamos inauditas. Especies de animales que parecen telas ondeando en el aire; también hay animales que consideraríamos monstruosos.
Un héroe varía de región a región, en el tiempo. Como los diccionarios lo dicen: el héroe es la encarnación de un conjunto de valores determinados por la cultura de que se trate. Incluso las subculturas recrean sus propios héroes. Con lo anterior quiero decir que el héroe y el villano, abusando del término que define a los habitantes de las villas, son idénticos en un Universo al que sólo podemos, hasta ahora, aproximarnos por los conceptos de “principio y fin”.
Créanme que no hay nada más frustrante que un héroe olvidado; mejor aún, que los actos heroicos olvidados. Perece que en estos tiempos de incertidumbre, de indefinición cultural, la acumulación de valores occidentales, pasan desapercibidos. Y es que la civilización y la cultura occidental están en tránsito. Trataré de ser más explícito.
Todo el conjunto de valores que ensalza nuestra cultura y civilización, no están embonando con los privilegios y promesas que enarbolan aquéllas. Si lo anterior es cierto, no vamos a tener héroes en esta época, lo cual nos expone como una generación incapaz de densificar estampas de valores humanos. Quizá por ello hemos dejado de creer en mesianismos y castigamos a quienes lo intentan.
Este tema está detrás de los procesos democratizadores, de la insolvencia de la entelequia llamada Estado, de lo que denominamos iniciativa privada; pero eso será tema de un libro que se publicará en el 2012, por ahora continuemos.
Tuve la indecencia de seguir con cronómetro a un hombre de 48 años de edad, justo en el momento en que se convirtió en héroe, pensé que cambiaría al mundo. Minutos después de ejecutar el acto que lo llevó a la cumbre, se emborracho y golpeó a su mujer e ignoró a sus hijos. Luego, salió a la tienda y se peleó con el tendero por unos pesos. Lo miré alcoholizado antes de quedarse dormido y me sentí un ser humano criogenizado.
En un mundo donde los juicios de valor están mutando, porque a pesar de lo que muchos creen, no se ha logrado definir ni un solo valor nuevo desde la Ilustración, todo ha sido, desde hace décadas, río revuelto. Y, en definitiva, para los héroes no basta con definir o enarbolar valores.
Esta es una época en la que vamos a necesitar héroes, pero no al clásico, porque las cosas cambiaron. Las condiciones sociales son tan volátiles pero a la vez se están densificando y requeriremos de héroes desapercibidos, grises, anulados. Siento que debe ser así porque los héroes evidentes son fácilmente anulados.
Ahora será más fácil darle sentido a los dos primeros puntos del texto:
La vida no es como el mar (qué haría un escritor sin las metáforas, carajo); nuestros actos dejan rastro sólo en la medida en que haya testigos; en el mar (o en la mar como decía Hemingway, cuando lo refería picado) no podemos asir al héroe, pero somos animales terrenales y la vida se nos viene al pelo. Si ustedes son sensibles habrán notado que las líneas de entendi (miento) de la vida están tensando nuestra estancia en el planeta.
Es posible, pero no probable que surja un héroe en el entorno abisal de nuestro mundo. A lo mejor la densidad de la iniquidad (que no inequidad) en la distribución del ingreso, del amor y la comunicación, estén forjando un héroe. No esperen a Supermán, ni al Hombre araña; la ironía se las ahorro. Me refiero a una mujer u hombre que bailando bolero te haga calentar, que mientras habla te haga escribir, que mientras te mire, te provoque pasión.
Procuremos la identificación de esos héroes como respuesta al lenguaje que a través de la comunicación intensa, se convierte en virus.
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