–El problema
de Íñigo es que me conoció… –¡No Margarita! –de tajo la interrumpió Salamanca–,
su problema es ser un izquierdista corto de miras, que se dio por vencido por “la
razón” de una filosofía conservadora y radical, antes de seguir sus primeras
convicciones políticas; ¡san se acabó! …como Jorge Castañeda o Vargas Llosa.
–¿Y tú qué
sabes de política y literatura, Noel? –dijo Pruit, que pasó de la tranquilidad
al desespero– si sólo repites lo poco que entiendes de lo que lees y escuchas.
Te quisiste meter con la gente de Reinosa, que saben más de política que tú. Te
comprometiste a exhibir al enemigo invisible y mírate, escondido desde hace
una semana en esta pocilga.
–Siempre
haciendo el trabajo sucio por mí; si no me amas ¿por qué siempre me salvas?
Pruit recobró
la calma y sacó de su bolso el revólver. –Digamos que soy tu único ángulo para ver
la vida. El problema de Íñigo es haberme conocido porque si no, probablemente
seguiría viviendo muchos años como hasta ahora… –¿y cómo vive?, la interrumpió
Salamanca con curiosidad–
–Escondiendo
su talento detrás de una mediocridad desesperante y empalagosa por temor a ser
descubierto. –¿Descubierto por quién? –Salamanca se incorporó y destapó la
botella de whiskey–.
–No siempre
hay un “quién”, Noel. El acto de mostrarte y que muchos ojos te miren, puede
ser un episodio de terror para muchos. Lo curioso es que con las mujeres –reflexionó
Pruit en tono retórico–, que sí entendemos de esto, se abre en canal y es un
tipo maravilloso.
–No, no, no…
¿otra vez, Margarita? Te estás acostando con todos mis clientes y a mí ni un
beso en la boca me has dado en casi diez años de trabajo en equipo.
–Para
empezar él no es tu cliente, ni te conocerá. –Pero el arma es mía, reviró Salamanca,
casi triunfal. –No se la venderemos –dijo ella, mientras guardaba el arma en su
bolso. –El punto es que algunas veces un hombre necesita un empujoncito para decidir
y actuar; muchas veces ese empujoncito se los damos las mujeres en la cama,
aunque se trate de política… o precisamente porque se trata de política –sonrió
Margarita, dando un alegato irrefutable para Salamanca.
–Está bien, ¿pero
te aseguraste que escuchara a la señora? –Sí, Noel, nos sentamos cerca de su
mesa; al tipo de Pemex le complacen todo en ese lujoso restaurante.
–Al menos Íñigo
hará algo inolvidable en su vida para este país. –No quieras expiar tu culpa
adjudicándole una fama que no tendrá; nunca se sabrá quién lo hizo; todo es
para salvar tu pellejo –le dijo Pruit condescendiente, antes de irse.
–¡No te
vayas, Margarita! –le gritó resignado, Salamanca, antes de terminar su trago
con un sorbo. Se quedó pensando: a los de Reinosa les mostramos al enemigo y a
éste, le entregamos al responsable; genial, genial Margarita…
No decidimos por objetivos, sino
por la idea de nosotros ante su logro.
Descendió del taxi y se fue caminando con tranquilidad.
Preguntas: ¿Qué, por qué, cómo, para
qué decidimos? ¿Consideramos las variables y eventos, y hacemos su cotejo?
¿Cómo elegimos el ángulo?
Respuestas: Primero elegimos el
ángulo para ver la cosa, desde el lugar que nos hará repetir los escenarios que
conocemos o desde el sitio que nos pondrá en donde todo puede ser nuevo. Una u
otra opción dará un peso diferente a las mismas variables y eventos; incluso
provocará que desaparezcan éstos y aparezcan otros. Finalmente, actuamos.
El ángulo es todo. No decidimos
por objetivos, sino por la idea de nosotros ante su logro.
El 23 de abril, Íñigo se dirigió al gimnasio como todos los días. A
las seis y media de la mañana trabajaba el abdomen; había terminado con el
pecho.
Al cuarto para las ocho, metió las balas en el revólver y lo guardó en
su gaveta. Miró en su librero los libros de Lenin, Marx, Orwell, Dumas y
Maquet. Se miró en el espejo y se roció el Vetiver en el cuello. Se guiñó el
ojo sonriendo. Caminó por el pasillo y se detuvo al mirar de reojo su
habitación; aún permanecía el aroma de la pelirroja.
A las ocho y media entró a la oficina de su jefe y le mostró en una
presentación de Power Point, la síntesis de las matrices de indicadores para
resultados de las direcciones generales, que tanto le había reclamado. No lo
felicitó, pero aquél se quedó sentado, satisfecho y sonriendo, mientras le
decía a Íñigo: cita a los directores mañana al mediodía, en la sala de juntas. Íñigo no llegará.
Horas después, Íñigo llegó a la cita con su amante; la mujer más
simpática y loca que había conocido. La admiraba por la manera en que se
entregaba a sus hijos, al grado de olvidar que también era mujer. La amaba por
sus manías y prejuicios, pero en especial porque hacía muchos ruidos cuando
cojían.
Las circunstancias son todo,
porque al cambiar se pueden activar prioridades jamás consideradas e
incontrolables.
Se despidió de su amante, no sin haberla escuchado; ella tenía dolor
de cabeza desde el día previo por la migraña y no llegaba bien al final de la
quincena. La besó en los labios, la abrazó para decirle que estaba a su lado
para todo. No se volverán a ver.
Preguntas: ¿Cuántas cosas nos
importan en la vida? ¿Esas cosas que nos importan nos hacen modificar algo, nos
cambian? ¿Nos importan las mismas cosas siempre, independientemente del cambio
de circunstancias?
Respuestas: A lo largo de
nuestra vida nos importa una o dos cosas, lo demás son permutaciones de ellas.
Las cosas que nos importan no nos cambian porque siempre somos lo que podemos
y, si no podemos, las volvemos crisálidas hasta que son posibles. En realidad
nos importan muy pocas cosas, casi ninguna realizable.
Las circunstancias son todo,
porque al cambiar se pueden activar prioridades jamás consideradas e
incontrolables.
Dos semanas atrás, al asistir a una comida con un antiguo jefe,
consultor de Pemex, a uno de los restaurantes más exclusivos en Santa Fe, se enteró
que el 23 de ese mes, la señora Teresa Valdivia de Carmona, la septuagenaria
más amada de uno de los hombres más acaudalados del país, y quizás el más
poderoso, estaría en una exhibición de modas en una famosa tienda
departamental, sin guaruras; travesuras de una mujer liberal adelantada a su
época.
El control es todo, porque si
hay un algoritmo en nuestros genes se llama así: control; no podríamos vivir
sin intentar prever lo que pasará.
Dos días después, una pelirroja ojiverde, que conoció en una reunión, le
entregó un revólver limpio, en una cafetería de la calle Tacuba, en el centro
de la ciudad.
El siguiente sábado, fue a la Marquesa. En un lugar solitario estuvo
probando el arma; jamás había disparado.
La noche del 22 de abril se rasuró, dibujó su barba y se dio una ducha
con agua muy caliente, más de lo habitual. Antes de apagar la luz de la lámpara
en su buró, miró a la pelirroja enredada en las sábanas y se abrió su rostro
con una larga sonrisa.
Preguntas: ¿Por qué nos importan
sólo una o dos cosas en la vida? ¿Por qué nos posicionamos en un ángulo para
decidir antes de actuar? ¿Por qué actuamos?
Respuestas: Actuamos porque nos
gusta el control, más aún cuando carecemos de poder. Nos posicionamos para
sentirnos seguros o para buscar un sitio en el cual sentirnos así. Nos importa
una o dos cosas porque no podemos controlar más en un mundo como este.
El control es todo, porque si
hay un algoritmo en nuestros genes se llama así: control; no podríamos vivir
sin intentar prever lo que pasará.
Durante el crepúsculo del 23 de abril, le disparó en el pecho a una
señora cerca de los vestidores de una tienda departamental, cuando un desfile
de moda estaba por concluir. No lamentó dañar a un tercero, porque su objetivo
era desestabilizar emocionalmente al hombre que para él era la pieza que podría
mover la política económica en este país, hacerla impredecible.
Se fue caminando despacio.
Tomó un taxi y pidió que lo llevara al paradero del metro Universidad.
En el camino, se detuvieron en un alto. Íñigo creyó ver a la pelirroja caminando por el paso cebra; el taxista le chifló. Luego se carcajeó y continuó conduciendo.
El Tsuru se detuvo en las escaleras que conducen al metro, pero Íñigo
le indicó que continuara hasta el Imán y que lo dejará a la altura del
Tribunal.
Salió del carro, sintió la lluvia en su rostro; se
fue caminando sobre la tierra húmeda; cojeaba porque en el gimnasio se había
lastimado; una contractura, según el doctor.
Ese hombre poderoso le exigió un culpable al gobierno; al no ver
resultados, desestabilizó al gobierno y puso de cabeza a Jalisco, una semana después.
El gobierno, en respuesta, exhibió apenas la silueta de ese hombre poderoso que
se había estado moviendo en las penumbras.
Noel Salamanca había fotografiado las huellas irregulares en la tierra que
denunciaban el paso de un cojo, la misma noche del 23. Guardó la memoria sds junto con los vídeos
del almacén, en los que sólo se observaba a un sospechoso que se alejaba
cojeando.
Íñigo fue capturado en el Sector Bellas Artes en el centro de Santiago
de Chile, tres semanas después. En Gobernación no hay registro de su regreso a
México, pero Pruit lo dejó con la memoria sds dentro de un sobre, en el sótano de
una lujosa residencia en algún lugar de Nayarit.