Encendiste un
fuego que no se va a extinguir. Estalló y poco le importa la estética que, al
fin y al cabo, es un artificio de la distracción. Está consumiendo mis pensamientos,
está marcando mis cursos.
Este fuego es
selectivo, quiere nylon, madera y claves de sol. Este fuego tiene intenciones y
está cazando, una por una, las voces con que te nombro; quiere cantarte, porque entenderte ya no es suficiente.
Este fuego es
combativo, abre flancos donde la vida te amuralla, sitia los lugares donde te pierde y acecha rincones en los que en cuclillas lloras tu duelo.
Este fuego inventa
supersticiones: no quemarte hasta después de alumbrar la última de las trampas
o anidar en pabilos de veladoras para San Antonio cada noviembre.
Este fuego usa al frío y a la lluvia de tentempiés, porque a contrapelo, lo que suena
a mí, sabe a ti; este fuego proviene de vos, pero me habita.
Somos fuego y
espejo. Se cree que es fácil lograr la hoguera de dos fuegos ajenos y
enajenados uno del otro; casi siempre se trata del reflejo de una
llama vulnerada, una llama que en el infinito especular es menguante.
Este fuego lo vi
en el espejo que cubre tu llama vulnerada. Toda llama, por tímida que sea, se
descubre en una otredad; se incendia, se quema, se aviva y se vuelve fuego; así
nomás.
Este fuego está cristalizando
mi tiempo y crea un espejo; está casi listo para incendiar una llama vulnerada.
Me gusta este
fuego, se queda conmigo; lo hablo fuerte mientras lo escribo. ¡Caray, suena
tanto a mí cuando estoy contigo; sabe tanto a ti cuando estás conmigo!
1 comentario:
Me encanta la poesía, esta me llega...MC
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