Este último texto del año, que no tiene nada que ver con su título por un simple arranque de antipodismo, expresa lo que a juicio del redactor debieran ser algunos puntos de atención no sólo durante 2009, sino hasta el 2012 (y no precisamente por ser año electoral) para el ser humano.
1, 2, 3. Como civilización occidental, obviando todos sus entretelones, ya nos hemos dado cuenta a lo largo de los últimos 25 años, que tan sólo somos una forma de vida más en el Cosmos, y que lejos de preocuparnos por intentar tener contacto con otras formas de vida extraterráqueas, debemos aprehender el arte de sobrevivir dentro de una ruta de autodestrucción de la que no será fácil salir.
Si seguimos fundando nuestros intereses en torno a la Propiedad y la Plusvalía, podrá haber Reforma, Revolución o Preservación, pero no Evolución. Por otra parte, el tiempo es propicio para elevar el discurso por encima de las Banderas y el Estado-Nación; optar por la generalización de organizaciones sociales regionales. Los primeros pasos son los de Europa. ¿Qué no hay condiciones para el cambio en latinoamérica? Nunca las habrá; hay que inventarlas porque históricamente los cambios se han dado en función de estrategias de poder, es decir, cuando los actores que detentan el poder, advierten que pueden mejorar su posición, ya sea a través del acuerdo o la violencia, los promueven.
Es por lo anterior que hay que trastocar la estructura de la civilización, y lo ligo al punto siguiente.
4, 5, 6. El Derecho, la Ley. Digamos que el documento por excelencia de este sistema intelectual es el Acta de Constitución Nacional. Ahí sucede todo, se asientan los órdenes político, social, económico, etcétera. A partir de ahí uno adquiere o niega su identidad, sus valores y prejuicios; toda la gama actitudinal. A partir de esos documentos nacionales se tejen confabulaciones y se protegen derechos; se fomenta la discrecionalidad, pero también el instinto de la vida.
Judicializar las relaciones sociales es un arma de doble filo si los promotores no tienen una sólida ética asociada al instinto de solidaridad, y creo que no los hay, por lo menos no abundan.
Pero criticar es fácil, más aún después de Platón y Aristóteles; Locke y Hobbes, pasando por Kant y Kelsen; y llegando a Hayeck, Rawls y Bobbio. Lo que he leído apenas me alcanza para empezar a entender y explicar que tenemos problemas con el Derecho.
La idea es pasar de un Derecho negativo a uno positivo. En este orden de ideas, el Derecho negativo sería el tradicional que se dedica a regular las relaciones sociales existentes; ejemplo de ello es una Constitución. Una ley de participación ciudadana es un paso adelante porque pretende estructurar o institucionalizar las relaciones entre el gobierno y la sociedad, que son relativamente nuevas. Pero lo ideal sería trabajar sobre cómo regular las relaciones que no existen, esto es, hacer reingeniería jurídico-socio-política.
Pienso en la pareja que está esperando el parto de su hijo. No estarán planeando forzar a su criatura a ser doctor o economista, pero sí en llevarlo al hospital a vacunarlo, a la escuela para adquirir conocimientos. Es decir, hay ciertos segmentos de su vida que están plenamente determinados. Sin que esto signifique una receta, podríamos transpolar el ejemplo para elaborar un Derecho positivo que pueda empezar a sustentarse en el sistema escolarizado elemental.
Hablo de contenidos de la enseñanza cívica que no describan a héroes mexicanos, argentinos o cubanos, sino a personajes latinoamericanos, que pelearon por o erigieron algo en la región. Fraguar desde la primera infancia la identidad latinoamericana.
Si los gobernantes continúan detonando discursos pro latinoamericanistas sin un sustento sociocultural, los fracasos seguirán visitándonos. Sin embargo, podemos aprovechar que la visión latinoamericanista “ampliamente difundida” y que ha logrado cuajar más o menos en el inconsciente colectivo de los habitantes de la región, incida y apuntale a las nuevas generaciones que ya estarían permeados de un nuevo bagaje cívico: ciudadanos de Latinoamérica.
Si la hipótesis es correcta, y un viraje en los contenidos cívicos de la enseñanza elemental da sustancia a las relaciones sociales en su sentido lato, entonces es válido y coherente pensar que se puede regular al respecto, adelantarse a los hechos. Establecer las reglas de los ciudadanos latinoamericanos para que la inserción social, de las futuras generaciones, no sea tan accidentado.
Una vez delineado lo anterior, es momento de abordar un problema mayúsculo y que tiene que ver totalmente con la ciencia y la tecnología en relación con la civilización.
7, 8, 9. He leído con atención textos acerca de la evolución de la vida en nuestro planeta; desde Oparin a Darwin y, luego, a Desmond Morris. Más acá, Collin, Sulston, Venter, Smith y Weissenbach con lo del Proyecto Genoma Humano. En resumen me parece que la vida es una concatenación paulatina que de pronto y “quién sabe por qué” da saltos evolutivos, si por evolución entendemos mejores formas de adaptación al medio.
La investigación metódica de una civilización de pocos miles de años, ha logrado explicar de manera coherente, sucesos de millones de años de antigüedad, y ha pronosticado el futuro de millones de años; me parece que es de las cosas más valiosas del sistema intelectual científico.
Bueno, pues la técnica y la tecnología, producto de la investigación metódica, en los últimos 50 años, por decir, se han desarrollado con un ritmo inversamente proporcional a la evolución natural de la vida, ya ni digo de la vida en sociedad. La pregunta es: ¿Cómo manejar estos desarrollos técnicos y tecnológicos si sus productores tienen un ritmo de evolución menor?, ¿cómo manejar esa disparidad en las velocidades?
Decía Carlos M. Cippola, más o menos, que si un hombre se quedaba dormido en el siglo V y despertaba en el XIII, fácilmente se podría adaptar a su sociedad (hablaba de Europa). Si un hombre se quedase dormido en 1950 y despiertase en 1996, no entendería ni un comino (hablaba de todo el mundo).
Los valores de los recolectores no podrían haber funcionado en el sistema feudal; así como los de un feudalista no funcionaron después de la Revolución industrial. ¿El coctel de valores que poseemos en este cierre de década es el adecuado para el ritmo de desarrollo técnico y tecnológico que permea?
Vámonos a los extremos, ¿es lo bueno y lo malo el ring en dónde se debe realizar el ser humano contemporáneo?
Por otra parte, lo que está evolucionando en nuestro cuerpo no es la funcionalidad de todas sus partes, sino particularmente la del cerebro y sus alcances. Las armas son una extensión de los brazos y manos; los carros, de nuestros pies, y así se puede uno seguir. Pero los mayores y más sorprendentes avances técnicos y tecnológicos como en la cibernética, las telecomunicaciones, los radiotelescopios, etcétera, son una extensión de nuestro cerebro; es hacia este órgano que se dirigen las mayores inversiones.
Entonces, ¿por qué el andamiaje ético-moral parece que no es el apto para todos estos avances? Aventuro una respuesta: es el sentido de la Propiedad y la Plusvalía lo que está entorpeciendo nuestra evolución. No pregono el comunismo porque no promuevo esquemas que, a mi juicio, atentan contra la naturaleza del Ser (muy ruselliano). Pertenecemos al reino animal, a la especie de los mamíferos, al suborden de los omnívoros. Somos gregarios pero individualistas. El individuo puede ser uno o una comunidad de éstos.
Sin embargo, el animal no procura la extensión de su propiedad más allá de sus necesidades, mucho menos el lucro a costa de la carencia de los de su especie. Esto es un atributo exclusivo del homo sapiens. No creo en que ello sea malo o bueno, pero sí considero que altera el proceso evolutivo de lo ético-moral.
Lo ético y lo moral es algo muy abstracto que puede aterrizarse en el dilema: necesidad y deseo.
10, 11. Acá, hasta ahora, no he encontrado las respuestas necesarias para sembrar las semillas de estas uvas. La historia y el saber son tan implacables conmigo, que sólo me permiten esbozar algunos aciertos y demasiadas dudas.
No sé quién dijo que el camino a la certeza está plagado de dudas o errores, pero eso parece una lápida si lo que se intenta es mejorar las cosas que no dependen de uno ni de dos. Quizás tampoco depende de todos. Al final del día, ¿qué es la certeza, el error, la duda? La subjetividad es una cadena que nos sigue atando a la mazmorra de las versiones.
12. Entonces, Alexander Botafogo, le dio sus últimas palabras a Castillo, y murió en paz. Ni Melanchton, D’Alembert o Maximillian, pudieron dar jamás con el paradero de aquel primer homo sapiens, quien tuvo la gracia de la eternidad y la infinitud por haber sido el primero en todo. El que por vez primera experimentó la consciencia, el miedo, la alegría… todo a lo que nos permite acceder el cuerpo.
No es un pasaje megalómano, es una alegoría para explicar que hay que escuchar con humildad a nuestros mayores, porque a pesar de que sintamos que sabemos más, no es verdad. Uno puede leer y vivir a toda velocidad en un corto lapso de tiempo, pero la vida se decide por los detalles y éstos sólo se divisan sentándonos a descansar, un ratito, en la rivera del río de Heráclito, que aunque sus aguas nunca son las mismas, cómo se parecen.
Melanchton, D’Alembert y Maximillian son los perseguidores, es decir, los censores de la lengua, si es que el lenguaje, y su función, es la única esperanza para vivir.
1, 2, 3. Como civilización occidental, obviando todos sus entretelones, ya nos hemos dado cuenta a lo largo de los últimos 25 años, que tan sólo somos una forma de vida más en el Cosmos, y que lejos de preocuparnos por intentar tener contacto con otras formas de vida extraterráqueas, debemos aprehender el arte de sobrevivir dentro de una ruta de autodestrucción de la que no será fácil salir.
Si seguimos fundando nuestros intereses en torno a la Propiedad y la Plusvalía, podrá haber Reforma, Revolución o Preservación, pero no Evolución. Por otra parte, el tiempo es propicio para elevar el discurso por encima de las Banderas y el Estado-Nación; optar por la generalización de organizaciones sociales regionales. Los primeros pasos son los de Europa. ¿Qué no hay condiciones para el cambio en latinoamérica? Nunca las habrá; hay que inventarlas porque históricamente los cambios se han dado en función de estrategias de poder, es decir, cuando los actores que detentan el poder, advierten que pueden mejorar su posición, ya sea a través del acuerdo o la violencia, los promueven.
Es por lo anterior que hay que trastocar la estructura de la civilización, y lo ligo al punto siguiente.
4, 5, 6. El Derecho, la Ley. Digamos que el documento por excelencia de este sistema intelectual es el Acta de Constitución Nacional. Ahí sucede todo, se asientan los órdenes político, social, económico, etcétera. A partir de ahí uno adquiere o niega su identidad, sus valores y prejuicios; toda la gama actitudinal. A partir de esos documentos nacionales se tejen confabulaciones y se protegen derechos; se fomenta la discrecionalidad, pero también el instinto de la vida.
Judicializar las relaciones sociales es un arma de doble filo si los promotores no tienen una sólida ética asociada al instinto de solidaridad, y creo que no los hay, por lo menos no abundan.
Pero criticar es fácil, más aún después de Platón y Aristóteles; Locke y Hobbes, pasando por Kant y Kelsen; y llegando a Hayeck, Rawls y Bobbio. Lo que he leído apenas me alcanza para empezar a entender y explicar que tenemos problemas con el Derecho.
La idea es pasar de un Derecho negativo a uno positivo. En este orden de ideas, el Derecho negativo sería el tradicional que se dedica a regular las relaciones sociales existentes; ejemplo de ello es una Constitución. Una ley de participación ciudadana es un paso adelante porque pretende estructurar o institucionalizar las relaciones entre el gobierno y la sociedad, que son relativamente nuevas. Pero lo ideal sería trabajar sobre cómo regular las relaciones que no existen, esto es, hacer reingeniería jurídico-socio-política.
Pienso en la pareja que está esperando el parto de su hijo. No estarán planeando forzar a su criatura a ser doctor o economista, pero sí en llevarlo al hospital a vacunarlo, a la escuela para adquirir conocimientos. Es decir, hay ciertos segmentos de su vida que están plenamente determinados. Sin que esto signifique una receta, podríamos transpolar el ejemplo para elaborar un Derecho positivo que pueda empezar a sustentarse en el sistema escolarizado elemental.
Hablo de contenidos de la enseñanza cívica que no describan a héroes mexicanos, argentinos o cubanos, sino a personajes latinoamericanos, que pelearon por o erigieron algo en la región. Fraguar desde la primera infancia la identidad latinoamericana.
Si los gobernantes continúan detonando discursos pro latinoamericanistas sin un sustento sociocultural, los fracasos seguirán visitándonos. Sin embargo, podemos aprovechar que la visión latinoamericanista “ampliamente difundida” y que ha logrado cuajar más o menos en el inconsciente colectivo de los habitantes de la región, incida y apuntale a las nuevas generaciones que ya estarían permeados de un nuevo bagaje cívico: ciudadanos de Latinoamérica.
Si la hipótesis es correcta, y un viraje en los contenidos cívicos de la enseñanza elemental da sustancia a las relaciones sociales en su sentido lato, entonces es válido y coherente pensar que se puede regular al respecto, adelantarse a los hechos. Establecer las reglas de los ciudadanos latinoamericanos para que la inserción social, de las futuras generaciones, no sea tan accidentado.
Una vez delineado lo anterior, es momento de abordar un problema mayúsculo y que tiene que ver totalmente con la ciencia y la tecnología en relación con la civilización.
7, 8, 9. He leído con atención textos acerca de la evolución de la vida en nuestro planeta; desde Oparin a Darwin y, luego, a Desmond Morris. Más acá, Collin, Sulston, Venter, Smith y Weissenbach con lo del Proyecto Genoma Humano. En resumen me parece que la vida es una concatenación paulatina que de pronto y “quién sabe por qué” da saltos evolutivos, si por evolución entendemos mejores formas de adaptación al medio.
La investigación metódica de una civilización de pocos miles de años, ha logrado explicar de manera coherente, sucesos de millones de años de antigüedad, y ha pronosticado el futuro de millones de años; me parece que es de las cosas más valiosas del sistema intelectual científico.
Bueno, pues la técnica y la tecnología, producto de la investigación metódica, en los últimos 50 años, por decir, se han desarrollado con un ritmo inversamente proporcional a la evolución natural de la vida, ya ni digo de la vida en sociedad. La pregunta es: ¿Cómo manejar estos desarrollos técnicos y tecnológicos si sus productores tienen un ritmo de evolución menor?, ¿cómo manejar esa disparidad en las velocidades?
Decía Carlos M. Cippola, más o menos, que si un hombre se quedaba dormido en el siglo V y despertaba en el XIII, fácilmente se podría adaptar a su sociedad (hablaba de Europa). Si un hombre se quedase dormido en 1950 y despiertase en 1996, no entendería ni un comino (hablaba de todo el mundo).
Los valores de los recolectores no podrían haber funcionado en el sistema feudal; así como los de un feudalista no funcionaron después de la Revolución industrial. ¿El coctel de valores que poseemos en este cierre de década es el adecuado para el ritmo de desarrollo técnico y tecnológico que permea?
Vámonos a los extremos, ¿es lo bueno y lo malo el ring en dónde se debe realizar el ser humano contemporáneo?
Por otra parte, lo que está evolucionando en nuestro cuerpo no es la funcionalidad de todas sus partes, sino particularmente la del cerebro y sus alcances. Las armas son una extensión de los brazos y manos; los carros, de nuestros pies, y así se puede uno seguir. Pero los mayores y más sorprendentes avances técnicos y tecnológicos como en la cibernética, las telecomunicaciones, los radiotelescopios, etcétera, son una extensión de nuestro cerebro; es hacia este órgano que se dirigen las mayores inversiones.
Entonces, ¿por qué el andamiaje ético-moral parece que no es el apto para todos estos avances? Aventuro una respuesta: es el sentido de la Propiedad y la Plusvalía lo que está entorpeciendo nuestra evolución. No pregono el comunismo porque no promuevo esquemas que, a mi juicio, atentan contra la naturaleza del Ser (muy ruselliano). Pertenecemos al reino animal, a la especie de los mamíferos, al suborden de los omnívoros. Somos gregarios pero individualistas. El individuo puede ser uno o una comunidad de éstos.
Sin embargo, el animal no procura la extensión de su propiedad más allá de sus necesidades, mucho menos el lucro a costa de la carencia de los de su especie. Esto es un atributo exclusivo del homo sapiens. No creo en que ello sea malo o bueno, pero sí considero que altera el proceso evolutivo de lo ético-moral.
Lo ético y lo moral es algo muy abstracto que puede aterrizarse en el dilema: necesidad y deseo.
10, 11. Acá, hasta ahora, no he encontrado las respuestas necesarias para sembrar las semillas de estas uvas. La historia y el saber son tan implacables conmigo, que sólo me permiten esbozar algunos aciertos y demasiadas dudas.
No sé quién dijo que el camino a la certeza está plagado de dudas o errores, pero eso parece una lápida si lo que se intenta es mejorar las cosas que no dependen de uno ni de dos. Quizás tampoco depende de todos. Al final del día, ¿qué es la certeza, el error, la duda? La subjetividad es una cadena que nos sigue atando a la mazmorra de las versiones.
12. Entonces, Alexander Botafogo, le dio sus últimas palabras a Castillo, y murió en paz. Ni Melanchton, D’Alembert o Maximillian, pudieron dar jamás con el paradero de aquel primer homo sapiens, quien tuvo la gracia de la eternidad y la infinitud por haber sido el primero en todo. El que por vez primera experimentó la consciencia, el miedo, la alegría… todo a lo que nos permite acceder el cuerpo.
No es un pasaje megalómano, es una alegoría para explicar que hay que escuchar con humildad a nuestros mayores, porque a pesar de que sintamos que sabemos más, no es verdad. Uno puede leer y vivir a toda velocidad en un corto lapso de tiempo, pero la vida se decide por los detalles y éstos sólo se divisan sentándonos a descansar, un ratito, en la rivera del río de Heráclito, que aunque sus aguas nunca son las mismas, cómo se parecen.
Melanchton, D’Alembert y Maximillian son los perseguidores, es decir, los censores de la lengua, si es que el lenguaje, y su función, es la única esperanza para vivir.
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tache
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